¿Existe el miedo a comer?: "Si quieres cambiar tu alimentación, cambia tus pensamientos"

¿Cómo afectan nuestros pensamientos a la relación que tenemos con la comida? La doctora y psicoterapeuta Marisa Navarro, autora de 'La alimentación emocional', aborda los riesgos de un trastorno que puede provoca serios problemas tanto físicos como psicológicos.
Una mujer pegándose un atracón de comida.
Una mujer pegándose un atracón de comida.
iStock.
Una mujer pegándose un atracón de comida.

Con las navidades a la vuelta de la esquina, a muchos se les hace ya la boca agua pensando en los menús de estas fiestas y en la ‘barra libre’ de platos copiosos que nos solemos permitir sin complejos durante esos días. Sin embargo, para otras personas, este entorno repleto de comida puede suponer una enorme inquietud ante el temor de perder el control y el posterior sentimiento de culpabilidad que comerlos les provoca.

La doctora Marisa Navarro, autora de La alimentación emocional, habla de miedo a comer, un trastorno que puede provoca problemas tanto físicos como psicológicos. “Hoy en día, la preocupación por la imagen corporal y el peso ha aumentado notablemente. A pesar de esto, estamos en el momento de la historia que menos sana es la alimentación, y más morbilidad y mortalidad se producen a consecuencia de la misma”.

¿Cómo se manifiesta este miedo a comer? La doctora Navarro explica que puede presentarse de varias formas. Por ejemplo, aquellas personas que deciden restringir la ingesta de determinados alimentos, o bien limitándolos o bien eliminándolos por completo. Algo que suele ocurrir, con frecuencia, con los hidratos de carbono. Sin embargo “la eliminación completa a largo plazo de los hidratos de carbono en la alimentación puede llevarnos a una depresión”, comenta la especialista.

Otras personas, por su parte, optan por llevar a cabo 'comportamientos compensatorios’, como realizar ejercicio excesivo para quemar las calorías no deseadas, y las dietas. Pero la experta advierte: “Las dietas siempre se empiezan con mucha ilusión, creemos que esta vez perderemos peso y adelgazaremos lo que nos hemos propuesto. Y así sucede en la primera fase, donde tenemos mucha ilusión y esperanzas, pero las dietas son un fastidio y nadie puede estar fastidiado demasiado tiempo, y así acabamos abandonándolas y nos encontramos con el efecto rebote, llegando a recuperar los kilos perdidos e incluso a ganar alguno más”, indica Navarro.

La doctora explica que las dietas a largo plazo llevan al sobrepeso por un mecanismo de seguridad: guardar para cuando no haya. “¿Cómo se puede sentir emocionalmente una persona que dieta tras dieta, no consigue su objetivo, y que incluso pesa más que cuando empezó con ellas? De esto no se suele hablar”.

La comida como enemiga

Para esta experta en trastornos alimenticios es fundamental llegar a comprender que nuestra relación con la comida va más allá de mantener o conseguir un peso determinado. “La alimentación es esencial para la salud y el bienestar, ya que por una parte nos proporciona los nutrientes necesarios para el correcto desarrollo del organismo, y por otra nos dota de un gran placer, como todas las demás acciones necesarias para la supervivencia de la especie”. 

Por lo tanto, todos estos desajustes alimenticios no sólo ocasionan una insatisfacción personal, sino que también representan un riesgo para la salud. “Acabamos pensando y sintiendo que la comida es nuestra enemiga y, por supuesto, muy peligrosa, cuando en realidad la comida es nuestra amiga y un verdadero placer”, afirma la psicoterapeuta.

En su libro, La alimentación emocional, la doctora Navarro afirma que se llegar a desarrollar una verdadera fobia a comer o fobia a determinados alimentos. Entre las principales menciona:

- La cibofobia, en la que se rechaza la ingesta de alimentos por diferentes motivos, pero siempre precedidos por pensamientos de miedo a engordar, intoxicarse, no nutrirse adecuadamente… Pero sobre todo a la inseguridad alimentaria. Estas personas llegan a poner en grave peligro su salud.

- La fagofobia, miedo a comer por un posible atragantamiento. Suele ocurrir después de sufrir un episodio traumático de este tipo. Los pensamientos de estas personas son de atragantarse al ingerir la comida. “El sufrimiento es máximo”, indica la doctora.

- La neofobia, miedo o rechazo a probar alimentos que no se han comido con anterioridad. Esta fobia dificulta el introducir un cambio de cualquier tipo en la alimentación. Es muy frecuente en los niños y adolescentes.

Anorexia y bulimia, probablemente los trastornos más conocidos, en los que las personas que los sufren “entran en un bucle sobre las consecuencias negativas que pueden tener los alimentos sobre su aspecto físico”.

- Por último, también existen fobias a alimentos concretos, así como fanáticos seguidores de nuevas disciplinas alimentarias: vegetarianos, veganos o de otro tipo. “Algunas de ellas con graves déficits nutricionales que pueden llegar a perjudicar la salud”, añade la experta.

El poder de los pensamientos

Para la psicoterapeuta es importante “fijarse en cómo actúan los pensamientos en todos los trastornos de la alimentación, o en los comportamientos que desarrollamos con respecto a ella. Son los pensamientos los que generan los sentimientos y estos, las acciones, también en nuestra alimentación”.

Recomienda, además, buscar ayuda profesional si se experimentan sentimientos de ansiedad o miedo en relación a la comida, así como, en caso de querer iniciar una nueva alimentación para bajar de peso: “sería aconsejable que estuviera supervisada por un profesional sanitario que lleve el seguimiento y esté presente de manera continuada durante el transcurso de la misma”, añade.

La especialista concluye que este miedo solo se puede trabajar afrontándolo ya que todo depende de los pensamientos negativos que nos dominan: “Vas a comer, vas a disfrutar y vas a adelgazar si es que necesitas perder peso, o vas a mantener tu figura delgada si es eso lo que quieres, el secreto está en comer sano pero acompañado de un cambio en tus pensamientos. Si quieres cambiar tu alimentación, cambia tus pensamientos. Si no quieres tener miedo a comer, cambia tus pensamientos” concluye.

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