¿Agua o papel higiénico? Cómo limpiarte tras ir al baño, según la ciencia

En tiempos del confinamiento, muchos se lanzaron a los supermercados a aprovisionarse de papel higiénico. Lo consideramos un bien esencial: sin embargo, quizás deberíamos replantearnos volver al viejo bidé.

Papel higiénico
Papel higiénico
@ANA ALVES
Papel higiénico

Una de las imágenes más curiosas (y no por ello menos comprensibles) que nos trajo el anuncio del confinamiento en España fue la de muchas personas aprovisionándose de papel higiénico. El de las 'compras de pánico', y concretamente la del papel higiénico, es un un fenómeno que suscita un gran interés sociológico: algunas voces en este campo sugieren que es una respuesta ante el miedo de perder el control (en este caso, en el más escatológico de los sentidos).

Sin embargo, lo que quizás miles de personas en todo el mundo occidental no se han planteado es que el papel higiénico no es ni siquiera un modo particularmente higiénico (valga el juego de palabras) de acometer la limpieza íntima.

Por cierto, la coletilla sobre el mundo occidental no es casual: esta costumbre responde a un marcado particularismo europeo y norteamericano (y más específicamente de origen angloestadounidense).

Ciencia escatológica

Si pensamos en ello, resulta bastante lógico. El medio británico BBC lo ejemplifica de manera un tanto gráfica con el ejemplo de un pastel de chocolate que nos mancha la piel: parece bastante más eficaz limpiarlo con agua que sólo con papel.

Además (y sin olvidar que el papel representa un avance frente a otros métodos empleados en eras pretéritas, como las piedras de los antiguos griegos o las mazorcas de los colonos estadounidenses citadas por BBC), el papel es más abrasivo para la piel que el agua circulante, con lo que incrementa el riesgo de irritación. Si le sumamos la presencia de bacterias fecales, no es difícil ver por qué limpiarse con papel podría dar lugar a síntomas como hinchazón, picor o escozor.

Lo obvio de todo esto no quita que haya habido investigadores (no muchos, pero sí algunos) interesados en proveernos de evidencias científicas sobre el asunto, así que ahí van algunos datos. Un estudio publicado en el año 2022 en el medio especializado Journal of water health halló que las personas que usan agua para limpiarse tienen entre 10 y 11 veces menos microbios en las manos que quienes usan papel. Otro publicado en la revista académica Annals of the Royal College of Surgeons of England explica que una de las primeras medidas en el tratamiento del pruritus ani (prurito o picor anal) es sustituir el papel higiénico por el agua corriente. Y parece que el papel higiénico a menudo contiene los llamados 'químicos eternos tóxicos' (PFAs o sustancias per- y polifluoralquiladas), según se explica en el medio Environmental Science & Technology Letters.

Por cierto, además tenemos bastantes pruebas de que limpiarse con agua resulta bastante más sostenible desde el punto de vista ecológico: si reducimos el consumo de papel higiénico, también la producción (que tiene un gran impacto en los bosques boreales), los residuos y el vertido de PFAs a las aguas de deshechos.

Algunos riesgos de usar agua (y precauciones básicas)

Aún así, hay algunas cosas a tener en cuenta a la hora de usar agua para la limpieza tras la defecación. Por supuesto, sigue siendo adecuado lavarse las manos para evitar la contaminación con bacterias fecales; también, conviene tener cuidado con la temperatura del agua (que podría en casos extremos llegar a provocar quemaduras) o con la presión a la que sale (según el método que empleemos), especialmente cuando se padecen problemas como hemorroides, prolapso o fisuras. Y es necesario lavar el sistema (bidé, manguera, alcachofa...) que se emplee.

Quizás el mayor motivo de preocupación sea para las personas con vulva: existen algunos estudios (como el publicado en The Journal of Obstetrics and Gynaecology Research) que sugieren que dispositivos como los bidés pueden dañar la flora vaginal (el conjunto de microorganismos beneficiosos que viven en la vulva y la vagina). También, un estudio del año 2019 en la misma revista científica asoció las anormalidades microbiológicas relacionadas con el uso del bidé con algunos riesgos durante el embarazo, como una mayor probabilidad de parto pretérmino.

De todas formas, hay que aclarar que en todo caso estos riesgos son bajos (teniendo en cuenta que una gran parte de la población en zonas del mundo como Asia o África usa agua para el lavado). Aunque es una cuestión poco estudiada científicamente, es probable que estos problemas se puedan mitigar con algunas protecciones básicas (como emplear un flujo de agua que vaya desde delante hacia atrás, en el mismo sentido en el que se debe usar el papel higiénico si optamos por él) y que también existen estudios que han asociado condiciones de salud como irritación vulvar al uso de papel higiénico (por ejemplo, en la revista Canadian Family Physician).

¿Por qué adoptamos el papel higiénico?

Como ya apuntábamos, la popularidad del papel higiénico en muchos lugares de occidente responde a un caso de lo que podríamos llamar 'colonialismo higiénico'. De hecho, en muchos países incluso de Europa o Latinoamérica (como Francia, Italia o Argentina) se han empleado tradicionalmente métodos como el bidé; en España y Portugal es común verlo en muchas casas, especialmente de construcción más antigua, pero su popularidad está disminuyendo gradualmente en favor del método anglosajón.

Por el contrario, es más raro encontrar papel higiénico (y más común otros métodos, como las mangueras o las alcachofas de ducha) en países de mayoría islámica (gracias en parte a la importancia que tiene la limpieza con agua en esa religión), en el sur de Asia y en los países del Lejano Oriente. En estas regiones, algunos de los países de mayores ingresos están tendiendo a adoptar los sistemas más modernos, como los WC limpiadores que triunfan en Japón.

Pero, ¿A qué viene esa resistencia al agua por parte de occidente? El profesor de la Universidad de Nueva York Harvey Molotoch, autor de Toilets: Public Restrooms and the Politics of Sharing (NYU Press, 2010) expone en el medio Vice su teoría: que los anglosajones de los siglos XVIII y XIX creían (por supuesto erróneamente) que la limpieza con agua del interior de la vagina tras las relaciones sexuales podía constituir un medio anticonceptivo, con lo que aparatos que podían emplearse para tal fin (como el bidé francés) pasaron a estar salpicados por el estigma que, por aquel entonces, tenía la vivencia de la sexualidad por las mujeres.

Sea como sea, parece que hay motivos más que suficientes para plantearse nuestras prácticas de higiene. Ya sea por salud, por limpieza o por ayudar a cumplir objetivos de la Agenda 2030 tan nobles como proteger los ecosistemas de nuestro planeta, tal vez sea buena idea dejar atrás el papel higiénico.

Referencias

Christine Ro. Los peculiares hábitos de higiene occidentales que resultan extraños en el resto del mundo (y hasta poco higiénicos). BBC News Mundo (2019). Consultado online en https://www.bbc.com/mundo/vert-fut-50399355 el 13 de febrero de 2024.

Oie S, Kawai S. Microbial contamination of hands with or without the use of bidet toilets (electric toilet seats with water spray) after defecation. Journal of Water Health (2022). DOI: 10.2166/wh.2021.255

Siddiqi S, Vijay V, Ward M, Mahendran R, Warren S. Pruritus ani. Annals of the Royal College of Surgeons England. DOI: 10.1308/003588408X317940.

Jake T. Thompson, Boting Chen, John A. Bowden, and Timothy G. Townsend. Per- and Polyfluoroalkyl Substances in Toilet Paper and the Impact on Wastewater Systems. Environmental Science & Technology Letters (2023). DOI: https://doi.org/10.1021/acs.estlett.3c00094

Mitsuharu Ogino, Koichi Iino, Shigeki Minoura. Habitual use of warm-water cleaning toilets is related to the aggravation of vaginal microflora. The Journal of Obstetrics and Gynaecology Research (2010). DOI: https://obgyn.onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/j.1447-0756.2010.01286.x

Yoo-Min Kim, Ji Y. Kim, Mi-Young Lee, Suk-Joo Choi, Soo-young Oh, Jae-Yoon Shim, Cheong-Rae Roh. Prospective study of bidet toilet use: Association of abnormal vaginal colonization and preterm birth in high-risk pregnant women. The Journal of Obstetrics and Gynaecology Research (2019). DOI: https://doi.org/10.1111/jog.13953

Jo Ann Majerovich, Andrea Canty, Baukje Miedema. Chronic vulvar irritation: could toilet paper be the culprit? Canadian Family Physician (2010). Consultado online en https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2860827/ el 15 de febrero de 2024.

Harvey Molotoch. Toilet: Public Restrooms and the Politics of Sharing. New York University Press (2010). JSTOR: http://www.jstor.org/stable/j.ctt9qfpkj

Terri Coles. Let’s Be Real: Americans Are Walking Around With Dirty Anuses. Vice (2017). Consultado online en https://www.vice.com/en/article/xyyqk7/lets-be-real-americans-are-walking-around-with-dirty-anuses el 15 de febrero de 2024.

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