El debate sobre la retirada los móviles en los centros: las consecuencias para la salud mental

El uso excesivo del móvil en adolescentes, especialmente en redes sociales, puede provocar ansiedad, depresión o inseguridad en el contacto social, pues sustituyen el contacto real por el cibernético, lo que puede dar también al aislamiento social.

El debate sobre la retirada los móviles en los centros: las consecuencias para la salud física y mental
Menores adolescentes utilizando el móvil en la calle
Iakov Filimonov (JackF)
El debate sobre la retirada los móviles en los centros: las consecuencias para la salud física y mental

La recién renovada ministra de Educación y Formación Profesional y Deportes, Pilar Alegría, lo tiene claro: prohibir los móviles a los adolescentes en España "sería como poner puertas al campo".  A lo que añade responsabilidad en la familia: "Todas las miradas siempre llevan al ámbito educativo, el horario escolar tiene un límite y hay que analizar qué pasa con esos niños". Se abre por tanto el debate: ¿a qué edad deberían los adolescentes tener su primer teléfono móvil?, ¿cuáles son las consecuencias para la salud mental?, ¿cómo afecta su uso continuado a nivel corporal?

Según los datos del Ministerio de Sanidad, el 80% de los jóvenes usa el móvil de una forma 'intensiva' y un 18% de los adolescentes entre los 14 y 18 años hace un uso compulsivo, lo que les pone en un alto riesgo de convertirse en adictos, un grave problema que los predispone a desarrollar problemas conductuales y diferentes trastornos, como hiperactividad, ansiedad e incluso depresión.

Lo cierto es que la adicción al móvil comparte características con otro tipo de adicciones, las llamadas adicciones sin sustancia, como son la del juego o los videojuegos. Se trata de adicciones que, a pesar de no haber una sustancia externa que genere ningún cambio a nivel físico o fisiológico, sí provoca cambios neurofisiológicos y segregan una serie de neurotransmisores que acaban creando dependencia.

Cómo se manifiesta la adicción al móvil en adolescentes

El uso del móvil es una herramienta casi imprescindible para comunicarnos con el mundo, pero, ¿hasta qué punto es necesario en el caso de los menores de edad? Lo cierto es que los adolescentes, que, además de poseer un cerebro todavía en desarrollo, sienten la necesidad de sentirse aceptados en un grupo, algo que hoy pasa por estar en varias redes sociales, conseguir 'me gusta', seguidores, etc. Todo lo convierte en personas especialmente vulnerables y proclives en convertirse en adictos al móvil.

Ahora bien, cómo diferenciar el abuso de una adicción. La respuesta no siempre es fácil, puesto que el móvil se ha convertido en una prolongación de los brazos de los adolescentes sin que eso signifique sean adictos. Ante la duda, los padres pueden plantearse una serie de preguntas, basadas en los test de la Doctora Kimberly Young, psiquiatra de la Universidad de Pittsburg y creadora del primer centro de adicción a internet. Si se responde afirmativamente a cinco de las siguientes preguntas, puede existir un problema de adicción:

  • ¿Se irrita o se pone muy nervioso si intentas que reduzca el tiempo que pasa con el móvil?
  • ¿Es incapaz de dejar el móvil si se lo pides?
  • ¿Deja de hacer los deberes o de estudiar para un examen por estar mirando el móvil?
  • ¿Notas que cada vez se pasa más tiempo delante del móvil?
  • ¿Ha perdido el interés por otras actividades que antes le gustaban
  • ¿Os ha mentido para ocultar el tiempo que está delante del móvil?
  • ¿Se acuesta muy tarde por estar utilizando el móvil?

Además, hay que observar si en su comportamiento se presentan las siguientes actitudes, propias de las adicciones a las nuevas tecnologías:

  • Pasa muchas horas al día con el móvil y, según él, no es para tanto.
  • Altera sus horarios - de levantarse, comer, etc.- para poder estar conectado al móvil y ha dejado de hacer tras cosas que le gustan.
  • Casi no se relaciona con vosotros, y con sus amigos, casi siempre de modo virtual.
  • Se pone muy nervioso, ansioso e incluso agresivo, si se queda sin datos, batería, etc. y no puede utilizar el móvil.
  • Ha bajado su rendimiento académico.
  • Ha dejado de lados otras obligaciones o las aplaza continuamente.
  • En general, está irritable y tiene muchos cambios de humor.
  • Duerme poco.
  • Justifica el uso del móvil diciendo que lo necesita o que 'podría estar haciendo cosas peores'.
  • Miente para estar con el móvil y se altera mucho si amenazas con quitárselo o limitar su uso.
  • Si se presentan algunos comportamientos, seria recomendable buscar ayuda profesional.

Consecuencias para la salud mental

El insomnio es, sin lugar a dudas, una de las consecuencias más frecuentes en los adolescentes con adicción al smartphone. El uso excesivo de los ya conocidos como móviles inteligentes puede contribuir al estrés y la privación del sueño, lo cual puede afectar negativamente a las personas con epilepsia porque son factores desencadenantes comunes de las crisis. 

La validación personal entra también en juego en forma de 'me gusta'. En la tarea de formar una identidad o de construir una autoestima, algunas personas pueden llegar a sufrir "una necesidad de conseguir esos likes", afirma Álava, lo cual puede convertirse en una obsesión.

De igual manera, la comparación social "puede ser peligrosa porque amenaza un poco la felicidad. Puede hacer que nos veamos más chiquititos Y si el problema persiste, puede desembocar en "insatisfacción o inferioridad", incluso "daños a la autoestima o problemas en la conducta alimenticia", detalla Oceanía Martín, psicóloga general sanitaria.

Todo esto puede provocar un aislamiento de la vida real para centrarse en las redes, lo que supone "una consecuencia muy destructiva", pues la gente se puede "olvidar de disfrutar de lo que está haciendo". "Cuando se dejan de subir fotos y esos likes dejan de estar, nos invaden esos sentimientos de soledad, frustración o ansiedad, ya que las personas no se sienten visibles", lamenta la experta. Esto puede derivar en "ansiedad, depresión, o inseguridad en el contacto social", pues la gente sustituye el contacto real por el cibernético.

La nomofobia: la dependencia al móvil llevada al extremo

Con el desarrollo de las tecnologías, han nacido nuevas fobias que se relacionan directamente con la innovación de los dispositivos electrónicos. El uso continuo de Internet, las redes sociales, tablets o smartphones hace que nuestra salud se vea afectada. El nuevo término acuñado como nomofobia significa no-mobile-phone phobia o, lo que es lo mismo, la dependencia del teléfono móvil llevada al extremo. Es el nombre con el que se ha definido al miedo a estar sin móvil. 

Puede parecer una simple adicción, pero también es posible que detrás de eso haya un grave problema psicológico. Por un lado, se produce una dependencia absoluta de los demás, pues el móvil es una manera de estar conectado. Es todo un problema de autoestima y de relación. De hecho, la inseguridad personal es el factor más común que causa nomofobia.

La idea de perfeccionismo es otra de las razones por las que aparecen estos casos, ya que en estas personas existe una necesidad de hacerlo todo sin ningún fallo. "Mi vida circula alrededor de satisfacer al otro, así que si me llaman y no tengo la posibilidad de estar conectado, me siento solo. Aparece el miedo a decepcionar a los demás", explica Antonio de Dios, psicólogo del Hospital Quirón de Marbella.

Dolores de cuello y espalda

Cada vez pasamos más tiempo con el teléfono en la mano, incluso cuando caminamos por la calle, y esto hace que también tendamos a bajar la cabeza. Una postura que no notamos que pueda tener consecuencias hasta que empiezan las molestias e incluso los dolores; nuestro cuello y nuestra espalda se resiente, dando lugar a lo que se conoce como síndrome del cuello roto o de la contractura del cuello.

Este está cada vez más extendido, sobre todo entre la gente joven, que son quienes más emplean este tipo de dispositivos, tanto los móviles como las tablets. Se trata de un síndrome que deriva de una mala postura, una mala posición de nuestra cabeza mientras usamos el móvil.

A todo ello hay que sumarle que, en general, sujetamos el móvil con la mano y empleamos los dedos, en concreto el pulgar, para navegar por él, esto puede llegar a provocar un síndrome del túnel carpiano, con adormecimientos, hormigueos y debilidad en manos y dedos. En concreto, los daños en el pulgar pueden derivar en una tendinitis de Quervain o rizoartrosis (degeneración del cartílago que cubre la articulación del dedo pulgar) en los casos más extremos.

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