Propósitos de año nuevo: "Solemos errar en el objetivo por intentar romper de forma drástica con los viejos hábitos"

Perder peso es uno de los propósitos de año nuevo por excelencia.
Perder peso es uno de los propósitos de año nuevo por excelencia.
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Perder peso es uno de los propósitos de año nuevo por excelencia.

Comer sano, hacer ejercicio, perder algunos kilos, desconectar más del trabajo, estresarse menos, dedicar más tiempo a la familia y a los amigos, desprenderse de aquello que ya no utilizamos… La historia se repite cada 365 días. Damos el salto de diciembre a enero y los propósitos de año nuevo llaman a la puerta. 

Sin embargo, según confirman algunos estudios, solo un 8% de las personas que inician un cambio de hábitos con el nuevo año consiguen alcanzarlos. La mayoría, por tanto, abandonan al poco tiempo y retoman las viejas costumbres. 

¿Cuáles son los principales motivos para que esto ocurra y no consigamos llegar a ver los resultados? El doctor en quiropráctica Ata Pouramini, autor del libro Tú eres tu medicina, explica que son diversos los motivos por los que nuestros propósitos de año nuevo van perdiendo fuerza según pasan los días y destaca, sobre todo, la tendencia a la radicalidad del cambio que queremos lograr. “Solemos errar en el foco y objetivo porque las resoluciones que tomamos en enero se orientan a romper de forma drástica los viejos hábitos para convertirnos en alguien muy diferente al que somos y es que requiere demasiada dedicación y esfuerzo”.

Según el experto, los propósitos de año nuevo tienden a impulsar el concepto de 'todo o nada'. “El problema es que, si fallas una vez, lo más fácil es que te desanimes y te rindas por completo. Esta es una de las principales razones por la que mucha gente abandona sus propósitos en febrero”.

Para Pouramini, la solución pasa porque los objetivos y las pasiones estén claramente alineados y, sobre todo, por trabajar la constancia. “Hacer algo que te gusta al menos un mínimo facilita que cumplas tus objetivos. Pero hay que ser realistas: los cambios llevan su tiempo, y la clave es la constancia además de no perder de vista el objetivo. Para cumplir con lo planteado hay que ir sumando pequeñas modificaciones en nuestra rutina y poner en marcha prácticas que nos ayuden a logarlos, empezar de cero y no decaer en el primer fracaso porque nosotros mismos nos autosaboteamos”.

Asimismo, dar por hecho que no se puede lograr un objetivo o no darse cuenta de los avances también nos aleja de conseguir esos retos. “Tú mismo te pones frenos y resulta muy difícil esforzarse para algo que uno cree que no puede lograr”. Por lo que el experto recomienda marcarse objetivos de proceso y no de resultado, es decir “aquello que hay que hacer para conseguir el reto, no el reto en sí mismo, para ir avanzando sin frustrarse”.

El especialista opina que marcarse metas demasiado alejadas de la realidad sienta las bases para un fracaso cercano. “Por ello, propósitos de menos nivel puede parecer menos interesantes, pero es, sin duda, la forma de obtener unos resultados mucho más fiables y crear ese nuevo hábito, la constancia es esencial. Recuerda que los hábitos se centran más en el recorrido que en el resultado final”.

Además, la incertidumbre, el miedo al fracaso o la excesiva autoexigencia pueden provocar estragos en nuestra salud mental y física. “Y es que la sensación de fracaso es una de las más limitantes a la hora de retomar proyectos y tomar iniciativas”. Añadiendo que todo ello puede somatizar en crisis de ansiedad, insomnio, dolores de cabeza, cuello y de espalda, estreñimiento, vómitos y/o erupciones.

“A la consulta llegan muchas personas que sufren dolencias de este tipo generadas principalmente por la frustración y el autocastigo que se imponen sin darse cuenta evidentemente pero todo ello afecta al cuerpo. Fracasar nos genera una gran sensación de insatisfacción que puede provocar bloquearnos y crearnos altos estados de ansiedad. Algunos estudios han confirmado cómo la sensación de fracaso puede llegar a afectar a la concentración, la atención y otras capacidades cognitivas, saboteando el desempeño futuro”, expone.

El síndrome del fracasado sería uno de los términos más usados para describir a las personas que emprenden estos objetivos con grandes expectativas de éxito y en cuanto ven las primeras señales de dificultad "se frustran, se sienten derrotadas y sienten que han fallado sintiéndose insatisfechas y entrando en ese bucle de renuncia y desaliento".

El experto propone siete ideas sencillas para que la probabilidad de conseguir estos propósitos sea mucho más alta:

Permítirse no hacer nada, parar y observarse

“Permanece quieto, en silencio, pensando. Concédete un espacio solo para ti, para meditar sobre tus asuntos, sobre cómo puedes solucionar tus inquietudes. Tendrás la oportunidad de relajarte y de tomar mejores decisiones. Con la práctica puedes incluso iniciarte en la meditación o el mindfulness”.

Revisar la motivación

Las resoluciones más comunes suelen ser perder peso, gastar menos dinero, organizarse mejor el tiempo... “Todas son prácticas beneficiosas y saludables. Pero, ¿por qué son tus metas? ¿Qué significado real tienen para ti? Reflexionar acerca de esto te ayudará a mantener tu propio objetivo y distinguir entre lo que “deberías hacer” y lo que “quieres hacer tú” verdaderamente”, añade.

Buscar la relajación

Meditar, leer, practicar alguna actividad de nuestro gusto… “Se trata de dedicar un tiempo al día en lo que te ayude a evadirte de los problemas y te conecte con lo que tú deseas hacer, tu felicidad”.

Enfocarse en el camino, no en los resultados

“Perder peso y organizarse están completamente dirigidas en un resultado y no sirven de nada si no describes el proceso que vas a seguir para llegar a ese final: ¿cómo lo vas a lograr? ¿qué vas a hacer?”

No tener prisa

Se trata de avanzar gradualmente ya que impaciencia puede ser un deterioro enorme para la motivación. “Toma un ritmo más relajado que te permita valorar y aprender de lo que estás experimentando en tu proceso de creación de nuevos hábitos o rutinas”.

Cuidar la salud

Según el experto, la correcta alineación de la columna es fundamental para que la comunicación con el sistema nervioso central, órgano que controla y coordina el funcionamiento de todo el cuerpo, se dé correctamente. “En cambio el dolor de espalda en otra de las enfermedades más comunes del siglo XXI, junto a la obesidad y el estrés. Con un enemigo en común: el sedentarismo”. El especialista recuerda que caminar, correr o realizar algunos ejercicios aumentará la producción de endorfinas, las hormonas del bienestar.

Dormir bien


Porque “el descanso de todo nuestro organismo es el reseteo, la puesta a punto diaria para la salud”.

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