VICENTE VALLÉS. PERIODISTA
OPINIÓN

La debilidad de Hillary

Vicente Vallés
Vicente Vallés
JORGE PARÍS
Vicente Vallés

Nada debería impedir que Hillary Clinton gane las elecciones del 8 de noviembre salvo, quizá, la propia Hillary. Nada debería evitar que el 20 de enero de 2017, a las doce en punto del mediodía como está establecido, jure "cumplir fielmente las obligaciones del cargo de presidenta de los Estados Unidos, y poniendo lo mejor de mí, preservar, proteger y defender la Constitución de los Estados Unidos". Lo dirá con la mano izquierda sobre la biblia y la derecha en alto, antes de instalarse en la Casa Blanca, aunque también es costumbre que los presidentes entrantes reclamen la ayuda de Dios. Nunca está de más, pero Hillary va a necesitar la ayuda del Altísimo antes de tiempo.

Su camino hacia el Despacho Oval debería estar cubierto ya con una alfombra roja flanqueada por entusiastas ciudadanos de los Estados Unidos, deseosos de verla asumir la más alta responsabilidad por sus capacidades, y por el descanso espiritual que supondría evitar que en su lugar ocupe ese puesto Donald Trump. Pero Hillary ha optado por añadir emoción al proceso electoral. Su relación con la verdad es muy esquiva. Hillary Clinton miente a menudo. Cuando no miente, oculta la verdad. Como consecuencia, cuando dice la verdad nadie le concede el beneficio de la duda. Y cuando un candidato no es de fiar pone en riesgo sus posibilidades de victoria.

Las imágenes de su desvanecimiento en los actos del aniversario del 11S son letales para una campaña electoral cuando el problema de salud coincide con una mentira (empezó diciendo que era sólo un golpe de calor) y con una ocultación de la verdad (no había informado de que tenía neumonía). La privacidad es un derecho fundamental, salvo que se pretenda ocupar la más alta responsabilidad pública del mundo. Lo muy público es incompatible con lo muy privado.

Hillary Clinton ha convertido el secreto en su modo de actuación. Esconde cualquier asunto que pueda resultarle incómodo o perturbador. El funcionamiento de su matrimonio es un arcano, y se ha extendido la sospecha de que la boda de Bill y Hillary fue un acuerdo político, y no la unión de dos personas por amor. Hillary se resiste a aclarar cuál es su verdadero estado de salud. Bill y Hillary no especifican su relación con los donantes de la Fundación Clinton. Y Hillary no acaba de explicar por qué utilizó un servidor privado de correo electrónico cuando era Secretaria de Estado.

La candidata demócrata ha entrado en fase de urgencias políticas. Tiene que frenar el deterioro que sus opciones empiezan a mostrar en los sondeos. Necesita controlar su tendencia a la ocultación y al encubrimiento de la verdad. Porque Hillary Clinton tiene ante el mundo la responsabilidad histórica de evitar que Donald Trump sea presidente de los Estados Unidos.

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