AMAYA LARRAÑETA. PERIODISTA EN 20MINUTOS
OPINIÓN

Lavapiés, tú sí que eres 'cool'

Un hombre fotografía la plaza de Lavapiés junto a la salida de la boca de Metro.
Un hombre fotografía la plaza de Lavapiés junto a la salida de la boca de Metro.
Un hombre fotografía la plaza de Lavapiés junto a la salida de la boca de Metro.

En tus calles he anochecido. Bailado, bebido, comido, reído, gritado, besado y llorado. De los sótanos de Salitre a las primeras terrazas de Costa Argumosa, de los Labos y la Karakola a los churros del Esma. En tus casas he amanecido, vivido, parido, criado, jugado. De los solares recuperados para los niños, a las gambitas de aperitivo en la esquina más soleada de Ave María o al cantar flamenco del buen tira cañas.

Hoy mis conocidos dirán "¿qué es eso de que mi barrio es el más cool del mundo? ¿De qué van estos de Time Out?". Pero yo le tengo que dar la razón a la publicación. Solo que hace mucho tiempo que sé que tú, Lavapiés, eres el barrio más cool del planeta y el que busco en cada ciudad que habito.

El cogollo de Embajadores es una decena de cuestas entre Ribera de Curtidores y la calle de Atocha. Adoquinados imperfectos, olores intensos. Fachadas cada vez menos grises y cada vez más pastel. Es arte urbano. Es teatro y poesía. Es rock y samba. Es política y cine. Es moderno y clásico. Es guapo y feo. Todo.

Barrio de Lavapiés.
Barrio de Lavapiés.

En él deseas que la vida te lleve desde más abajo —la plaza del Metro— hasta arriba, frente a Antón Martín. Quieres que madurar signifique subir una cuesta y asaltar el cielo de un ático. Pero a veces Lavapiés no te saca del parque de donde la heroína nunca se marchó o de la plaza donde el tetrabrik siempre huele a vino. A veces lo que pides es que no te expulse. A ti, que no lo cambiarías ni por La Latina.

Hablan de que se gentrifica el barrio, el más densamente poblado de Madrid. Y es cierto que vive una auténtica metamorfosis. Tengo amigos y amigas que, veinte años después, se ven expulsados de sus casas. Mujeres como la cartera que no puede afrontar que se le duplique el alquiler. Y otras llegan, como la dentista a la que su nómina le permite instalarse en este oasis pueblerino de día, frenesí urbanita de noche, cuna de jaraneros y albergue de ciento y una nacionalidades, entendidas como sensibilidades.

Hace bien poco se me rompió algo por dentro al ver el menú de un bar en Tribulete escrito en inglés. Hice un reportaje para constatar cómo se 'airbenecizaba' mi barrio. Vi familias que se mudaban a la fuerza por un mercado inmobiliario voraz e inhumano que saca inmensa tajada de que lo alternativo se haya vuelto en los últimos años tan popular.

Pero es que los que te visitan de noche, y pernoctan de día al otro lado de la M-30, se quieren quedar. Los que un día se marcharon quieren volver. Los que se emancipan buscan zulo aquí. Y ni la tía abuela de mi amiga, que no tiene baño dentro de casa, quiere mudarse. Ni por toda la porcelanosa del mundo deja ella su piso de corrala, su paseo y su vermut.

Un hombre fotografía la plaza de Lavapiés junto a la salida de la boca de Metro.
Un hombre fotografía la plaza de Lavapiés junto a la salida de la boca de Metro.

Podría, y debería, sumarme a la ola de improperios contra estos malditos ingleses que ahora te van a dar todavía más publicidad, que probablemente te haga cambiar. Me duelen las cicatrices que deja cada negocio clásico o bar de los de toda la vida reformado en local para ver y ser visto. Y lamento que el papel cuché de las aerolíneas te venda bien, porque así construyen hoteles horrendos en tus plazas y el mercado de abastos se desborda y muere de éxito.

Pero ni aun así puedo dejar de quererte, porque solo muerta por dentro se puede dejar de querer a Lavapiés.

Tuve la suerte de conocerte auténtico, canalla, cultural y cambiante. Dinámico y estiloso, como se define cool. Confío en que los que ahora te descubren te cuiden y defiendan tu esencia. Y que alguna autoridad logre atar en corto a los buitres. Yo volveré a reír, a llorar, a gritar y a besar a mis numantinos. Y de paso iré a ver esa exposición triple de fotoperiodismo sobre derechos humanos (En la línea del frente, realidades incómodas a pie de calle) y a descubrir a las mujeres artistas en Tabacalera. ¿Que no es cool mi barrio?

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