La imagen de división en el PP de la provincia de Valencia esconde varias claves, pero se resume en una: la consolidación (o no) del liderazgo de Isabel Bonig.
Formalmente, es una disputa entre dos candidatos a dirigir el partido en la provincia, Vicente Betoret, actual presidente tras la dimsión de Alfonso Rus, y Mari Carmen Contelles, afín a la presidenta regional, Isabel Bonig. Pero ni las formas de la Junta Directiva del pasado miércoles (con gritos de "tongo" y "pucherazo") ni la falta de neutralidad de la dirección nacional pidiendo una única lista y avalando a Betoret son propios de un proceso ordinario.
La amenaza con una intervención por parte de Génova es un toque serio de atención para Bonig, ratificada apenas hace un mes en el congreso del PPCV, que empieza a descubrir que la discrepancia en temas como el rechazo a los presupuestos de Rajoy le van a pasar factura interna. El PP es un partido acostumbrado al cierre de filas, sobre todo con Madrid, pero en la Comunitat Valenciana tiene el difícil papel de defender esas cuentas desde la oposición.
Este es el desafío de Bonig. Alzar la voz o callar. Abrir el partido o listas únicas y, en última instancia, regenerar o que todo siga igual. Con la corrupción madrileña en pleno estallido, parece que en Génova siguen sin darse cuenta de nada.
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