Esta afirmación la pronunció hace unos días el ex alcalde de Barcelona, Joan Clos, que actualmente es Director del programa ONU-Habitat encargado de promover ciudades social y ecológicamente sostenibles.
Y así es, el turismo viene y seguirá viniendo. Solo hay que mirar las cifras: Barcelona es la sexta ciudad más visitada de Europa, el año pasado vinieron 30 millones de visitantes; el turismo representa el 12 % del PIB y el 18% de la facturación del comercio siendo uno de los principales motores económicos de la ciudad. Pero hay otras cifras, según el último barómetro del Ajuntament el turismo se ha convertido en la principal preocupación para el 19% de los barceloneses, en 2015 lo era solamente para el 5,4%, y por primera vez desde 2008 supera al paro como principal preocupación en la ciudad. La solución pasa inevitablemente pues por hacer que ambas realidades –plasmadas en estas cifras– puedan convivir porque se necesitan del mismo modo que se molestan.
El trabajo deberá ser conjunto entre administraciones y ciudadanos para diseñar un modelo que retorne a la ciudad el lado positivo del turismo y lo transforme en beneficio social y habitabilidad de la ciudad turística.
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