IRENE LOZANO. ESCRITORA
OPINIÓN

El propósito de hallar el propósito

Periodista, escritora y política.
Periodista, escritora y política.
JORGE PARÍS
Periodista, escritora y política.

Mi amiga Marisa vuelve mañana a las trincheras del día a día. Estará en la oficina a las nueve, con todos: sus colegas, sus amigas, sus jefes. Los saludos, los besos, muac, muac, "qué tal, sí, bien, todo fenomenal, qué calor, pues nada, al tajo, luego hablamos". Me cuenta que, al volver después de tres semanas fuera, ha experimentado esa sensación extraña de mirar su casa y no verla igual. Allí estaba todo tal como lo habían dejado: la alfombra de yute, el espejo que ella restauró y pintó de color albero con sus manos hace 15 años, el especiero que trajo de Colombia... Todo le era familiar -cómo no, si era su casa- pero extraño al mismo tiempo. Se preguntó cómo podían los objetos tener un perfil diferente y seguir igual. Es su mirada la que lo cambia. Es como volver a una casa donde una ha pasado un verano de su infancia. Regresas de adulta y, de repente, aquella mansión en la playa -con un gran porche, sus robustas columnas blancas, las dos grandes hamacas colgantes, se había convertido en una simple casita, cuya textura es totalmente diferente. Te ves agachándote para no golpearte con la viga maestra en la cabeza, porque eres tú la que ya no es la misma.

Marisa no sabe si adaptarse de nuevo a la rutina y zafarse de esa incómoda rareza, porque sospecha que el día en que todos sus objetos le pasen de nuevo inadvertidos será porque ha vuelto a hibernar. Lo que más le inquieta de los robots no es que le quiten el trabajo, sino parecerse a uno de ellos, vivir de forma automática.

Lejos de casa prestaba atención a lo que le rodeaba, porque era nuevo. Levantar la cabeza de las ocupaciones es como descubrir con estupor la vida, decía Cesare Pavese. ¿Y si cuando se vuelva a acostumbrar a la agenda llena de muescas sea porque ha agachado tanto la cabeza que la hinca en tierra? No quiere poros de corcho ni polvo en los ojos.

Las vacaciones nos acercan a la poesía, pero no porque vayamos a paraísos extraordinarios, sino porque somos capaces de volver a observar despacio. Pero el sol también se pone en la ciudad, si hacemos caso a Pavese. Basta con mirarlo: "La normalidad se convierte en poesía cuando se hace contemplación, es decir, deja de ser normalidad y se convierte en prodigio". Marisa se hace sus planteamientos de Año Nuevo en septiembre, cuando realmente todo vuelve a empezar. Esta vez su propósito es hallar un propósito. Mañana empieza a abrir los ojos. Y a hacerse preguntas sobre lo que le importa, más allá de sí misma: la gente que quiere, las cosas que le divierten, las injusticias que la sublevan. Mañana empieza a escuchar y a decir no; a ser libre antes de que se le olvide.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento