HELENA RESANO. PERIODISTA
OPINIÓN

¿Por qué hay que celebrar el Día del Orgullo?

HELENA RESANO
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La pregunta es simple y, como suele ocurrir tantas veces, la respuesta no tanto. ¿Por qué hay que celebrar el Día del Orgullo? Mis compañeros de la web me plantearon la pregunta para un vídeo que están preparando para el World Pride de este fin de semana. Madrid es la ciudad elegida este año, se espera que lleguen unos 3 millones de personas.

Hay tantas razones que dar para explicar por qué es necesario seguir celebrando el Orgullo que en 10/15 segundos no podía resumirlas así que aprovecho esta columna para hacerlo.

Sí, somos un país con leyes que permiten el matrimonio entre personas del mismo sexo, un país que no persigue a nadie por su condición sexual: ser gay o lesbiana en España no significa necesariamente que te tengas que exiliar, irte de tu casa. No necesariamente repito. Pero eso no nos convierte automáticamente en una sociedad tolerante. Cada mes, la misma ciudad que va a ser el epicentro de la reivindicación LGTBI, registra una media de dos agresiones homófobas, algunas muy violentas. Hay zonas del centro de Madrid en las que dos hombres saben que ir cogidos de la mano a determinadas horas puede suponer recibir insultos de "marica", empujones y algo más. Sí, eso sigue ocurriendo en España, en Madrid, en el centro, en una ciudad abierta. Así que imagino que en sitios más pequeños, en pueblos donde todos se conocen, la presión para salir del armario es mayor.

Y esto en el mejor de los casos porque hay países, en concreto 73, en los que se sigue condenando a las personas que se declaran homosexuales. Amar a alguien de tu mismo sexo te puede costar la vida. Amar. Así que sí, siguen existiendo muchas razones para seguir reivindicando el día del Orgullo. Sé que en los últimos meses ha habido varias iniciativas para promover la celebración del día del Orgullo Heterosexual. Si es por celebrar, lo celebramos, pero si es por reivindicar, la verdad, no tiene mucho sentido.

Nadie se ha sentido acosado por ir de la mano de su pareja. Nadie me ha llamado nada por besar a mi marido en público. Y en mi trabajo no he tenido ningún problema ni he sido marginada por estar casada con un hombre. La normalidad es lo que tiene. Y cuando por fin podamos decir lo mismo de una pareja de chicas o de chicos, entonces sí, podremos dejar de reivindicar que amar es sólo una cuestión personal, sin más matices que los del respeto, no los del género. Y podremos celebrarlo sí, porque por fin, lo habremos normalizado. Mientras tanto, Feliz Día del Orgullo LGTBI a tod@s.

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