HELENA RESANO. PERIODISTA
OPINIÓN

Esto es lo que hay

HELENA RESANO
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Durante un par de horas trabajé con la misma sensación de incredulidad con la que viví la confirmación del brexit en Londres. En la capital británica me desperté sobre las 5 de la madrugada y con el ojo todavía sin abrir, vi la noticia: los británicos habían dicho sí a irse de Europa. Salté de la cama y empezaron las llamadas a Madrid. Aquello no era lo previsto, esto no era lo que las encuestas decían unas horas antes.

En Nueva York no me dio tiempo a dormir y despertarme, fueron muchas horas trabajando seguidas, pero necesité parar unos minutos para hacerme a la idea de lo que me tocaba contar: efectivamente Donald Trump había ganado. Mucha gente me preguntó en junio y me ha preguntado ahora a mi vuelta "¿cómo ha podido ocurrir? ¿qué opinaban allí?" y, aunque me faltan muchas claves, creo que es ahora cuando de verdad estamos entendiendo qué ha supuesto la crisis. Sí, la crisis. En 2008 todos temblamos cuando empezamos a escuchar aquello de Lehman Brothers y primas de riesgo. Seguimos temblando cuando en nuestro entorno empezaron las llamadas anunciando que se quedaban en el paro, o que en el mejor de los casos, su empresa les había recortado el sueldo a cifras insultantes. Desahucios, pobreza energética, embargos. Fueron palabras que nos han acompañado estos 8 años. Y ahora, desde hace unos meses, nos aseguran que la prima de riesgo va bien, no preocuparse, y que la recuperación es ya un hecho. ¿Pero para quién?

Desde luego no lo ha sido para quienes el martes pasado votaron a Trump. Gente que hace 8 años pertenecía a la clase media norteamericana y que ahora, o están en el paro o con su sueldo no les llega para sobrevivir. Están enfadados, creen que la clase política les engaña y han votado con las tripas y no con la cabeza, como escuché a más de un politólogo decir estos días. Ellos han escuchado de alguien tan inclasificable como Donald Trump lo que querían oír: que esto es una mierda, sí, que hay que cambiarlo y que él sabe cómo hacerlo. Que la clase política, esa que lleva 30 años en las instituciones, no sabe ni puede hacerlo y él sí. Da igual que haya mentido, da igual que haya insultado, da igual que haya prometido cosas tan inquietantes como que el cambio climático es una farsa o que los inmigrantes que llegan a Estados Unidos son lo peor de cada casa, ladrones, violadores o narcotraficantes. Da igual. Él dice lo que muchos quieren oír. Y ya está. ¿Las consecuencias? Nunca podrán ser peores que lo que viven ahora mismo. Es así como muchos acudieron a votar el martes y es así como muchos decidieron darle al botón de exit en Reino Unido.

La sensación que más me inquietó cuando dejé Londres tras el brexit y que reviví el jueves cuando dejé Nueva York, es que las urnas han demostrado la enorme división que hay, aquí y allí. Y cuando digo aquí, también me refiero a nosotros.

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