CARMELO ENCINAS. DIRECTOR DE OPINIÓN DE '20MINUTOS'
OPINIÓN

Pacten o váyanse

Los candidatos a presidir el Gobierno tras las elecciones generales, Pablo Casado (PP), Pablo Iglesias (Unidas Podemos), Pedro Sánchez (PSOE) y Albert Rivera (Cs), antes del inicio del segundo debate electoral a cuatro, celebrado en la sede de Atresmedia, en Madrid.
Los candidatos a presidir el Gobierno tras las elecciones generales, Pablo Casado (PP), Pablo Iglesias (Unidas Podemos), Pedro Sánchez (PSOE) y Albert Rivera (Cs), antes del inicio del segundo debate electoral a cuatro, celebrado en la sede de Atresmedia, en Madrid.
Juanjo Martín / EFE
Los candidatos a presidir el Gobierno tras las elecciones generales, Pablo Casado (PP), Pablo Iglesias (Unidas Podemos), Pedro Sánchez (PSOE) y Albert Rivera (Cs), antes del inicio del segundo debate electoral a cuatro, celebrado en la sede de Atresmedia, en Madrid.

La campaña electoral ha comenzado... si es que alguna vez acabó. El miércoles pasado, en el Congreso, asistimos al primero de sus debates con un enfrentamiento en el que los líderes políticos certificaron su fracaso con un intercambio de reproches rayando la obscenidad. Me vienen a la cabeza tantos problemas que España tiene pendientes de resolver y que ni tan siquiera fueron mencionados en esa sesión que su mera enumeración cubriría el espacio de esta columna.

No contentos con enviarnos de nuevo a las urnas, unos y otros volvieron a dar un espectáculo de inoperancia en el que transmitieron sin pudor que lo único que les importa es el tacticismo electoralista y sus intereses de partido. No vimos el menor atisbo de autocrítica ni emitieron señales que permitan vislumbrar que esta forma de entender el ejercicio de la política, instalada en España como un virus de hospital, vaya a cambiar tras las elecciones del 10 de noviembre.

Ni los grandes partidos, que presumen de sentido de Estado, ni los nuevos, que se supone vinieron para regenerar la política española y han terminado atascándola, se merecen otra cosa que la desconfianza de una ciudadanía a la que se muestran incapaces de servir.

El sondeo de Ipsos publicado el martes en 20minutos constata hasta qué punto la ciudadanía está harta y tristemente resignada por el proceder de una clase política que se manifiesta incapaz de construir una mayoría parlamentaria que dote al país de la estabilidad que requiere para afrontar las circunstancias convulsas que ya sufrimos y las que se nos vienen encima.

Soy consciente de que el partido más votado es a quien corresponde en primer término construir esa mayoría, pero hago extensiva la responsabilidad al resto de las formaciones del arco parlamentario porque, salvo alguna anecdótica excepción, todas han participado de esa cultura del desacuerdo en la que imperan las maniobras tácticas ajenas al interés general que debiera presidir su acción.

El mencionado sondeo nos revela hasta qué punto los candidatos están alejados de la vida cotidiana y la escasa fiabilidad que suscitan. Más del 70% de los encuestados no le prestaría dinero a ninguno de sus líderes y la mayoría ni siquiera se tomaría una cerveza con ellos.

El resultado de la dinámica institucional es un brutal desafecto de los españoles a sus políticos que conlleva ese peligroso debilitamiento del sistema democrático con el nunca deberíamos jugar. Siempre se dice que cada sociedad tiene los políticos que se merece, pero no es del todo cierto.

La nuestra es una sociedad mayoritariamente moderada y sensata, que ni rompe cristales ni quema contenedores para defender sus ideas ni sus demandas. Una sociedad tranquila que no se corresponde con esta política crispada e infecunda de líderes egoístas, cuando no ególatras, incapaces de mirar otra cosa que no sea su propio ombligo.

El próximo 10 de noviembre volveremos a las urnas con los mismos candidatos que concursaron el pasado 28 de abril. Quiero creer que habrán tomado nota de la atmósfera social que han creado y del rechazo que provocan los cordones sanitarios, los muros y los "no por el no". Pacten o váyanse.

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