Uno que entiende más bien poco de Fórmula 1 no puede más que envidiar la impresionante emoción del final del Mundial en Abu Dabi. La sensación de haber vivido uno de los momentos más sublimes de la historia de cualquier deporte es única. El reconocimiento para los que las protagonizan debe ser eterno. Max Verstappen, héroe y pionero en los Países Bajos, nos regaló un final apoteósico e infinito a la vez, en la que David Sánchez de Castro considera una de las carreras de todos los tiempos.

Hablando de héroes, de pioneros, de momentos únicos, resulta imposible no recordar la figura de Manolo Santana, llorado y homenajeado no sólo por ser un tenista de época, sino por popularizar ese deporte en nuestro país, por ser el espejo para muchas generaciones como deportista y como dirigente. Para los más jóvenes, si hoy consideramos a Rafa Nadal el mejor de la historia en nuestro deporte es porque Santana, con su raqueta de madera y su contagioso buen rollo, abrió el camino con una sonrisa expansiva.

Toda la emoción y el espectáculo de la Fórmula 1 no va a poder ser extrapolable a la Liga, que pinta en clave de monólogo. Y eso que no ha terminado la primera vuelta. El Real Madrid lo está bordando con diez victorias consecutivas. El derbi madrileño fue coser y cantar. 

Un porterazo como Courtois y dos parejas lo explican todo: Kroos y Modric dan clases magistrales cada partido mientras, arriba, Vinicius y Benzema abrillantan el caudal de juego de su equipo. 

El Atlético de Simeone ha perdido todo su empaque. La mejor plantilla de su historia se choca de bruces con la peor defensa atlética desde que el argentino es su entrenador. El primer disparo a puerta de Benzema en el primer tiempo acabó en gol y en el segundo, Marco Asensio hizo lo propio. Eso ha ocurrido en muchos partidos de esta Liga. Una alfombra del campeón rojiblanco al líder indiscutible de esta Liga, que no tiene quien le haga sombra.