Después de largos meses de duro aprendizaje Covid todos hemos tenido que adaptarnos a las nuevas circunstancias y Hollywood, como no podía ser menos, también.
El dónde, cuándo y cómo de la 93 Gala de los Oscar lo ha decidido la pandemia y el resultado fue el que fue: que no ha sido precisamente la mejor gala de la Historia de la Academia.
Una recortada alfombra roja, reflejo del reducido número de invitados impuesto en esta ocasión, nos adelantó ya desde los primeros minutos que esta sería una celebración diferente.
Frances McDormand y Chloé Zhao con sus Oscar en la mano no eran precisamente la imagen del glamour a la que las celebridades nos tienen acostumbrados. Estas espléndidas mujeres, muy seguras de sí mismas, representan otros valores. Tan austeras como el ajustado presupuesto de la premiada Nomadland se presentaron en cómodas deportivas y con maquillaje y peluquería de andar por casa un día que no esperas visitas.
McDormand ya sabía lo que era ganar un Oscar, este es el tercero que se lleva, y a estas alturas de su vida y de su carrera no necesitaba demostrar nada, nadie la iba a echar de la fiesta.
Chloé Zhao, la segunda mujer en la historia en obtener el premio a la mejor dirección, tampoco prioriza su aspecto.
Asegura que su experiencia entre nómadas, durante el rodaje de la película, le enseño que cada vez necesita menos cosas para vivir y, aunque en esta ocasión vestía de Hermès, intenta aplicárselo.
También fue reconfortante que un magnífico Anthony Hopkins fuese reconocido de nuevo por la Academia con su segundo Oscar. El protagonista de El Padre es la constatación viva de que a los ochenta y tres años se puede seguir trabajando con la misma ilusión y entusiasmo, que se puede competir y ganar.
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