Elías Israel Periodista
OPINIÓN

La Superliga se cargará el fútbol de siempre

Un momento del último Madrid - Barça, dos de los clubes que apoyan la nueva Superliga.
Un momento del último Madrid - Barça, dos de los clubes que apoyan la nueva Superliga.
EFE
Un momento del último Madrid - Barça, dos de los clubes que apoyan la nueva Superliga.
Atlético de Madrid, FC Barcelona y Real Madrid.
EP / Wochit

Los grandes clubes del continente, encabezados por el Real Madrid y el Manchester United, llevan tiempo trabajando para romper el sistema y cargarse el fútbol, tal y como lo conocemos. 

La Superliga acaba de ser anunciada y los cimientos del deporte rey se tambalean como pocas veces lo había hecho. Seis clubes ingleses, tres españoles (Madrid, Barça y Atlético) y tres italianos ya han dado el paso al frente. PSG y Bayern Munich se desmarcan por presión política, pero todos entienden que se sumarán en cuanto coja vuelo. 

Algunos fondos de inversión auspician esa nueva competición que multiplicaría los repartos económicos de dichos grandes clubes, aumentando las diferencias con el resto y dejando las ligas domésticas como marginales frente a una competición llamada a capitalizar los derechos televisivos, el marketing y el ticketing de dichos clubes. 

Los representantes del sistema, o sea UEFA, las Ligas y las Federaciones, incluso apoyadas por los poderes públicos en países como Francia o Alemania, ya han puesto el grito en el cielo y amenazan con sanciones fortísimas en forma de impedirles disputar la Champions League o de sancionar a los jugadores de dichos equipos con no poder acudir a sus selecciones.

Para entender esta iniciativa en clave española, hay que tener en cuenta que la gestión de Javier Tebas, al frente de la Liga, siempre ha sido frontal con los grandes, especialmente con el Real Madrid, que se ha sentido muy perjudicado con su gestión. 

Florentino Pérez abandera esta Superliga por haberse sentido maltratado desde la patronal. El recién llegado Laporta no tiene más que seguir lo que Bartomeu ya anunció el día de su despedida. Con sus arcas tiritando, los ingresos de esa Superliga serían la vida para un Barcelona que, de lo contrario, tardaría años en recuperar la estabilidad económica. 

La postura más ambigua y sorprendente es la del Atlético de Madrid. Se supone que va a firmar estar en la Superliga y, sin embargo, Miguel Ángel Gil Marín es vicepresidente de la Liga. Jugar a dos barajas va a ser imposible en este contexto.

La guerra no ha hecho más que comenzar. La pirámide del fútbol se tambalea, una pésima noticia para el deporte más seguido del planeta, que dejaría de ser del pueblo para ponerse en manos de las élites. 

Por muy fuerte que sea el ruido de los sables y por muy tremendas que parezcan las sanciones, la locomotora del cambio ya está en marcha y puede llevarse todo por delante.

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