Omar Anguita Diputado y portavoz Socialista de Infancia y Juventud
OPINIÓN

Futuro sin precariedad

Flashmob De UGT Juventud
Protesta contra la precariedad de la juventud.
EUROPA PRESS
Flashmob De UGT Juventud

Históricamente, la juventud ha sido considerada como una etapa del ciclo vital con idiosincrasia propia de manera muy reciente. En otras épocas de la humanidad, apenas dos periodos marcaban la vida de las personas de manera reseñable, el de la infancia y el de la edad adulta. Se moría pronto, y la juventud no era más que una fase de tránsito entre la dependencia infantil y la autonomía adulta.

Así, este conjunto de años que no están claramente definidos en sus extremos (variando en lo que se considera el momento de inicio y de finalización), en la sociedad contemporánea se entiende como el espacio en el que cada uno de nosotros diseña y emprende el camino que desea tomar en una amplia diversidad de contextos, el formativo, el laboral, el familiar...

Sin embargo, la situación de precariedad crónica en la que vive la juventud española, que lamentablemente arrastra casi como una característica estructural y no como coyuntura pasajera, imposibilita que los proyectos de futuro se asienten y desarrollen.

La crisis del 2008, las sucesivas políticas austericidas del PP y su reforma laboral, que solo trajeron éxodo y desesperanza, unido a la crisis sanitaria y socioeconómica actual, han hecho que la juventud sea un callejón sin salida y no una autopista hacia las metas individuales.

Esta semana, el grupo parlamentario socialista llevó al Pleno del Congreso una proposición no de ley sobre las medidas y acciones políticas que han de emprenderse para combatir la situación de precariedad de la juventud. Somos conscientes de la falta de futuro endémica que este sector de la población percibe, estando totalmente comprometidos con todo aquello que suponga revertir ese escenario, y no solo revertirlo, sino establecer de manera permanente y duradera una senda de crecimiento y desarrollo basada en la dignidad y la justicia social en el acceso a la vivienda y el empleo.

Han hecho que la juventud sea un callejón sin salida y no una autopista hacia las metas individuales

La llegada de los fondos europeos de recuperación supone una oportunidad en este sentido, posibilitando el avance en aspectos clave, como puedan ser la modernización y digitalización del sistema educativo, la prevención del abandono escolar temprano, la superación de la brecha social y territorial, la retención del talento o el relevo generacional. Además, las políticas de vivienda también se verán reforzadas, especialmente en el incremento del parque público de vivienda social asequible.

Tenemos que aprovechar la oportunidad que nos hemos dado en la Unión Europea, pues esta vez se ha optado por afrontar la crisis de manera absolutamente diferente a la que imperó hace diez años: frente a la austeridad que provocó un "sálvese quien pueda", hoy tenemos el mayor despliegue económico de la historia de nuestro continente, solo igualado al plan Marshall que rescató a la Europa devastada por la Segunda Guerra Mundial.

La modernización del sistema productivo, así como la inversión en investigación y desarrollo, han de marcar el camino para que nuestro país siga siendo una potencia mundial. En ese periplo, hay que incluir indiscutiblemente un conjunto de medidas que alejen la precariedad en la que está sumida la juventud, siendo capaces de compaginar el avance económico con la calidad, la protección y el reconocimiento de los derechos laborales de sus trabajadores.

La modernización del sistema productivo, así como la inversión en investigación y desarrollo, han de marcar el camino

Es absolutamente imposible crecer cuando una parte fundamental de la sociedad, como somos los jóvenes, vivimos abocados a lo inestable, lo inseguro, lo frágil. A una precarización basada en la temporalidad y en los salarios bajos que, lógicamente, impiden la emancipación y la autonomía: según el último informe del Consejo de la Juventud de España, solo el 18,6% de menores de treinta años se ha podido emancipar. Es más, se calcula que con los precios de la vivienda que tenemos actualmente, sumado al poco nivel adquisitivo que suele ser habitual, un joven debería destinar el 93% de su salario a este fin. Esta realidad absolutamente insoportable tiene que ser transformada por los agentes públicos, por las instituciones. Debemos corregir las desigualdades que el propio sistema capitalista crea.

España tiene una hoja de ruta clara: derogar los aspectos más lesivos de la reforma laboral del Partido Popular. Es más necesario que nunca que volvamos a recuperar los derechos laborales perdidos durante la etapa de M. Rajoy y que construyamos un nuevo acuerdo social y laboral basado en la igualdad y en la creación de oportunidades laborales dignas para nuestra juventud.

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