Hay canciones que te salvan la vida y otras que te la remueven. Pero también hay canciones cuyo mensaje va cambiando según la vida nos lleva de un lado para otro. Escucho ahora Veneno en la piel, el éxito musical de Radio Futura, y descubro con miedo que desde su estreno en 1990 ha cambiado radicalmente de significado para mí. Ya no pienso en el tacto de aquel bellezón inalcanzable. Su piel y la de todos nosotros se ha hecho venenosa, de plástico fino, tan fino como los microplásticos que la cubren, la atraviesan y llegan incluso a nuestra sangre, como acaba de encontrar horrorizado un equipo de investigadores de la Universidad Libre de Ámsterdam.

Los científicos tomaron muestras a 22 personas al azar y descubrieron que 17 tenían microplásticos en la sangre procedentes de botellas, bolsas, envases y cubiertos desechables. Porque esta mierda no se deshace, se hace trocitos cada vez más diminutos y al final nos la tragamos con la comida, la bebemos, la respiramos, y es más que probable que detrás de este espanto se escondan muchas de nuestras enfermedades.

En apenas 50 años hemos envenenado el mundo y a nosotros mismos

En apenas 50 años hemos envenenado el mundo y a nosotros mismos. Lo veíamos con preocupación en playas y ríos, pero ahora sabemos que ese maldito plástico también fluye por los ríos de nuestras vidas, por nuestras venas.

Y lo peor de todo es que no podemos hacer nada para evitarlo. Porque esto ya no hay canción que lo pare. El plástico cabalga disparado a lomos de ese disparate que es la economía lineal del usar y tirar, concentrándose en unos órganos vitales cada vez más plastificados y enfermos. Y yo sigo escuchando preocupado las canciones de Radio Futura. Porque este plástico es la Semilla negra que estamos sembrando por el mundo.