Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Walt Disney y el poder de la sugestión

Walt Disney
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En una visita a un tiovivo con sus hijas en la tarde del sábado, Walt Disney planteó a su mujer Lillian Marie que se le había ocurrido crear un parque de atracciones de Mickey Mouse junto a los estudios de la compañía en Burbank. Entonces, Lillian recordó al creador que odiaba aquellos lugares sucios, ruidosos y caóticos que eran las ferias de cachivaches.

Pero Disney tenía claro que su idea no iba por ahí. De hecho, era la antítesis del desorden, la tómbola, los papeles por el suelo y el estrépito para captar clientes de forma chabacana. Su propuesta era crear un universo idílico incorporando las artes de la sugestión del cine a un mundo físico de fantasía, que permitiera desconectar de la realidad al visitante.

De ahí que en los primeros parques Disney siempre se buscara que no se pudiera observar desde el interior del recinto nada del exterior. Ningún edificio, ninguna carretera, ninguna farola, ninguna marquesina publicitaria. Ya la entrada, debajo de la estación de tren del parque, es un truco visual para jugar con la percepción del asistente. El visitante debe cruzar un túnel de techo bajo que, en realidad, separa la vida cotidiana del decorado mágico de Disneyland. A primera vista, el techo bajo y oscuro parece cutre y feo, ese es su cometido: cuando se sale de ese corredor todo se ve gigante. Aunque no lo sea. El frío túnel agranda el contraste y propicia que se magnifique lo que se verá después.

Disney supo integrar esas técnicas sugestivas de manera detallista en el diseño de sus parques. La atracción contaba con un arco narrativo de película. El espectador estaba dentro del filme. Sin embargo, en 1955, cuando inauguró su primer parque en Los Ángeles, tal inversión era asumir un gran riesgo. Era ganar o perder. Ahí Disney entendió la importancia de un nuevo medio de comunicación: la televisión. Y, de nuevo, cayó en la relevancia de la sugestión. Supo que necesitaba esta pequeña pantalla para implicar en su idea a la sociedad. De esta forma, creó un programa de Disney que, en el fondo, era una campaña de marketing para crear expectación con la construcción del parque.

La propia inauguración fue retransmitida por la tele. Disney rompió la previsión de visitas. Todos querían ver ese lugar mágico del que tanto les habían hablado por el televisor. Walt Disney ya no sólo creaba dibujos animados, revolucionaba las bases de la industria y lograba el triunfo de la fantasía. Porque jugó literalmente con la fantasía, sacándola de las salas del cine y llevando a la sociedad a un gran plató llamado Disneyland en donde el público iba a sentirse el gran protagonista. El visionario giro de guion perfecto.

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