Mario Garcés Jurista y escritor
OPINIÓN

El bulo que surgió del frío

Fake News
Fake News.
FUNDACIÓN DESCUBRE
Fake News

Pudiera ocurrir que a un español de edad pubescente se le pregunte qué es un bulo y no sepa responder. Pero si se le pregunta qué son las fake news, levantará ufano la mano para dar cuenta de una rápida respuesta. Pues bien, más allá del adanismo insolente del presente continuo en el que vivimos, los bulos han existido siempre y se han transmitido con la fluidez propia del cantar de los cantares. Para los que todavía recordamos el barco de Chanquete y la barca de Remedios Amaya, bulos fueron la explosión de un pecho de silicona de una actriz española en un viaje de Roma a Madrid, la muerte de Paul McCartney y su sustitución por un doble sin que aparentemente lo supiera su mujer o la criogenización de Walt Disney. Por no hablar de la leyenda urbana de la muerte de Jordi Hurtado.

Nuestro país es el único Estado occidental de pasado imprevisible y de futuro improbable

El fenómeno ha alcanzado tal dimensión que hoy se presenta como un tema de debate en la Conferencia sobre el futuro de Europa. La posteridad de la mentira se ha impuesto al ritmo del avance de los algoritmos. La democracia digital de las redes y de internet se ha transformado en ocasiones en un embudo donde la manipulación estrangula irremisiblemente a la verdad. La posverdad, con su repositorio de bulos, conlleva una distorsión alevosa de la realidad. Tanto es así, que en España se ha impuesto la posverdad también en nuestro pasado, porque nuestro país es el único Estado occidental de pasado imprevisible y de futuro improbable.

Mientras las fake news y la posverdad son nociones genuinas de la posmodernidad, el concepto de desinformación procede de la doctrina militar de la antigua Unión Soviética durante la Guerra Fría. De hecho, Lenin afirmaba sin pudor que "la información es un arma no muy diferente de las bombas", solo unos días después de la Revolución de Octubre cuando ordenó el cierre de la prensa antibolchevique y "contrarrevolucionaria". Plena actualidad. La desinformación como estrategia no es ajena a Putin y a sus secuaces. Lo explica a la perfección Valery Gerasimov, el hombre del maletín nuclear del autócrata ruso y jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, cuando define la desinformación como una "estrategia de influencia, no de fuerza bruta", cuyo objetivo es "romper la coherencia interna del sistema político, económico y militar del enemigo, y no aniquilarle".

A través de la distorsión de la información se socava la capacidad de respuesta de las democracias occidentales

Es así como a través de la distorsión de la información se socava la capacidad de respuesta de las democracias occidentales por la vía de explotar nuestras debilidades y dividir asimétricamente la sociedad. Lo obsceno es que haya estúpidos que se presten a dar pábulo y difundir la propaganda oficialista del sátrapa ruso. En definitiva, estúpidos digitales. 

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