En teoría, estamos a 3 días, jueves, viernes y sábado, de salir del estado de alarma. 3 días y cerraremos, en teoría, una etapa más de este trayecto tan doloroso y tan oscuro. Seguramente habrá más paradas, más etapas que cumplir, quizás incluso tengamos que retroceder y deshacer lo andado, pero esta, desde luego, ha sido, de lejos, la más exigente. Se cierran muchos meses sin poder viajar, sin poder moverse, sin poder salir, sin poder ver a los nuestros. Muchos abrazos que se han quedado por el camino, (¡esas Navidades en soledad!) y que habrá que recuperar a partir del domingo.

La madrugada del sábado al domingo se acabará el estado de alarma y, a partir de las 00.00 horas del domingo, no habrá cierres perimetrales ni límites de horarios. En teoría. Las comunidades que quieren mantener ciertas restricciones van a tener que recurrir a los jueces para avalar sus decisiones. Algunas, como Castilla-La Mancha o la Comunidad Valenciana, ya han anunciado que el domingo abrirán completamente sus perímetros, libertad de movimientos. Suena extraño. Hace un año, por estas fechas, empezábamos a salir de casa, empezábamos a dar pequeños paseos; estaban las famosas franjas horarias. Creíamos que lo peor había pasado y aunque habíamos aprendido que, con respecto a este virus, cualquier cosa era posible, sentimos que por fin recuperábamos parte de nuestra normalidad. No imaginábamos que esto iba a ir lento, muy lento, que serían dos pasos hacia delante y otro hacia atrás. Fue entonces cuando aprendimos que un paseo, estar al aire libre, era lo mejor que nos podía pasar, un tesoro que anhelamos durante muchos días. Aprendimos a disfrutar de las pequeñas cosas y a vivir en burbujas. Guardando las distancias y alejándonos de los que más queríamos, nuestros mayores, para poder protegerlos.

"A partir del domingo podremos hacer todo aquello que soñábamos hace justo un año. Podremos hacerlo sí, pero sin bajar la guardia"

A partir del domingo podremos hacer todo aquello que soñábamos hace justo un año. Podremos hacerlo sí, pero sin bajar la guardia. Las vacunas nos han dado alas a todos, pero especialmente a nuestros padres. Han perdido el miedo a vernos, a tocarnos, a besarnos. Han perdido el miedo a poder estar con sus nietos. Hay que seguir manteniendo ciertas medidas, desde luego, pero a partir del domingo muchos recuperaremos algo vital: poder compartir tiempo y espacio con nuestras familias. Muchos han planificado su primera escapada de ida y vuelta en el día, ¡hay tantas ganas! Solo espero que a partir del domingo únicamente contemos buenas noticias, que ganemos los espacios perdidos, y que esto no se convierta en un desmadre. Algunas comunidades siguen con datos preocupantes, es el caso del País Vasco. Y allí temen que la situación se descontrole. Así que, una vez más, habrá que apelar a la responsabilidad individual, la única receta que ha demostrado ser infalible en todos estos meses. A seguir haciendo las cosas con cabeza, porque esto no ha terminado.