Tanta Europa
Tanta Europa
Manuel Mostaza Barrios Politólogo y Director de Asuntos Públicos de ATREVIA
OPINIÓN

Europeos, claro

Imagen de archivo de una de las fronteras de Alemania.
Imagen de archivo de una de las fronteras de Alemania.
PHILIPP GUELLAND / EFE
Imagen de archivo de una de las fronteras de Alemania.

Siempre lo habíamos intuido, pero ahora ya sabemos que todas las comunidades son imaginadas. A partir de 150 personas, el famoso número de Dunbar, nuestro cerebro no es capaz de procesar más relaciones, así que, a partir de la pequeña aldea en que todos se conocen, el resto de comunidades no existen más que en nuestro cerebro. 

Por eso, cuando queremos situar un "nosotros" y compararlo con un "ellos", no estamos condenados a utilizar ninguna escala, por mucho que dos siglos de Estado nación nos hayan convencido de que la única identidad posible sea la nacional.

Reconforta, por eso, leer informes como La Unión Europea en el mundo. 2020, publicado hace pocos días a cargo de la Oficina Estadística de la Unión. En medio de la pandemia de liderazgos autoritarios que sufre el mundo -sumada a la polarización de nuestro país- es un vaso de agua fresca vernos como europeos y entender qué lugar ocupamos en el mundo. 

Destaca que somos una sociedad urbana, pero menos que otros colosos, como Estados Unidos o Brasil. Quizá por eso ninguna de las grandes aglomeraciones del mundo es europea: aquí el territorio se articula de otra manera, con una malla de ciudades de tipo medio, sostenibles y más cercanas entre sí.

En medio de la pandemia de liderazgos autoritarios es un vaso de agua fresca vernos como europeos

Somos también una de las sociedades más solidarias: recibimos muchos más solicitantes de asilo y refugio que el resto de gigantes planetarios (más que la suma de China, Rusia y Estados Unidos). Tenemos mayor esperanza de vida que todas las grandes potencias, excepto Japón, aunque mantenemos una brecha de género de la que nadie habla: las europeas viven de media bastante más que los europeos. 

Somos un reflejo del mundo que viene: cada vez tenemos más hogares formados por una sola persona y son residuales los que están compuestos por cinco o más, frente a la India o México. Y, asimismo, somos los que más gasto público destinamos a la protección social, (creciendo desde 2007), muy por encima de sociedades como la canadiense o la japonesa. 

Y como somos una sociedad mucho más igualitaria en el reparto de ingresos (nuestro Índice Gini es el más bajo), nuestras tasas de pobreza son también las más bajas, especialmente entre las personas mayores.

Pero si oteamos con atención, veremos horizontes tomados: crecemos más lento que muchos de nuestros rivales, como China o la India, por lo que nuestro peso relativo en el mundo es cada vez menor, como lo es nuestra población. Siempre nos quedará el turismo: somos de largo el mayor bloque receptor de turistas del mundo, pues acogemos a más de un tercio de todos los turistas del planeta, seguidos muy de lejos por Estados Unidos.

Pero como decía el historiador (europeo, claro) Orlando Figes, por eso corremos el riesgo de convertirnos “en una extensión geográfica de Asia, un lugar donde los turistas vienen a ver edificios viejos. Ser un mercado no es suficiente, es necesaria una identidad política". He aquí el reto.

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