Cuando Albert Rivera, hace unos meses, empezó a repetir lo de "la banda de Sánchez" y otras sandeces parecidas, volvimos todos a recordar el peligro que tienen los estrategas de comunicación de los partidos. Los que inventan lo que hay que decir y lo que no, y cómo, y cuándo, pero nunca por qué. Están en todos los grupos.

Son gente que se cree mucho más inteligente que los demás, que la gente corriente, y nos consideran manejables y manipulables. Ese es su trabajo. En el PSOE, por ejemplo, los aprendices de brujo están inventando cosas muy divertidas. 

Por ejemplo, los del partido no pueden decir Sánchez. El término Sánchez es "una denominación hostil de la prensa de derechas que está contaminando a todos". Hay que decir "Pedro Sánchez", expresión que, como se ve a simple vista, no es de derechas. Imposible saber qué dirían los magos si el líder se apellidase Gutiérrez, Feliu, Arriortualdekoetxea u Ortiz. Este último sería sospechoso por monárquico, ¿no? 

Otra: prohibido referirse al "gobierno de coalición" con Podemos, porque eso "les da poder". Entendámonos: van a gobernar con ellos pero no se fían un pelo. En lugar de eso hay que decir algo tan simple y memorizable como "el gobierno progresista del PSOE presidido por Pedro Sánchez, que cuenta con la presencia minoritaria de UP".

Ah, y el abrazo. De ninguna manera hay que difundir la foto del célebre abrazo que le atizó (el minoritario) Iglesias a (Pedro) Sánchez. Esa foto no puede publicarse más. En su lugar hay que poner en todas partes el "documento del preacuerdo", que tiene una fuerza gráfica que ríanse ustedes de la foto de los marines poniendo la bandera en Iwo-Jima. De verdad, ¿de dónde sacan a esta gente?