Noelia Núñez Diputada del PP en la Asamblea de Madrid
OPINIÓN

A propósito de 2022

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, interviene en una sesión plenaria en el Congreso de los Diputados.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, interviene en una sesión plenaria en el Congreso de los Diputados.
EUROPA PRESS
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, interviene en una sesión plenaria en el Congreso de los Diputados.

Suele decirse que año nuevo, vida nueva. El 1 de enero comienza un nuevo capítulo en nuestras vidas. Todo el mundo se apresura a hacer largas listas de propósitos: comer sano, hacer deporte, ser más productivo y un largo etcétera de propósitos que, normalmente, según va avanzando el año quedan en el olvido.

Como los propósitos de Pedro Sánchez desde que es presidente del Gobierno, que también quedaron en el olvido. Ha incumplido todos los que se puso sin excepción, como el de que pagaríamos menos en el recibo de la luz o aquel que iba de no subir los impuestos a las clases medias y trabajadoras. Tampoco tuvieron suerte los propósitos de no pactar con terroristas ni independentistas, ni el de que su Gobierno no dejaría a nadie atrás en la crisis derivada de la pandemia. Con tales antecedentes, nos augura, sin lugar a duda, un año más de promesas incumplidas por parte del Gobierno de la nación.

Solo espero, no como propósito sino como necesidad, que este sea el año del principio del fin. El principio del fin de la pesadilla que llevamos viviendo cerca de dos años por la pandemia, que este año sea el que finalmente recuperemos nuestra vida como la conocíamos antes de la crisis sanitaria.

También, por supuesto, que sea el principio del fin del Gobierno de Sánchez, el peor Gobierno en el peor momento de nuestra historia reciente

También, por supuesto, que sea el principio del fin del Gobierno de Sánchez, el peor Gobierno en el peor momento de nuestra historia reciente. El principio del final de sus mentiras, de sus malas decisiones que nos lastran a todos. El principio del final del Gobierno más caro de la democracia, ese que nos asfixia con más impuestos cuando peor lo estamos pasando. Y, por supuesto, que sea el principio del fin de un Gobierno capaz de todo para mantenerse en el poder, propenso a romper cualquier principio básico democrático y dispuesto a atacar a cualquier institución básica del Estado para lograr su permanencia.

Inequívocamente, que el 2022 sea el principio del fin del socialismo, del intervencionismo más voraz que cercena nuestras libertades básicas. Porque, a propósito del año nuevo, particularmente, solo le pido libertad. 

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