Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Mercedes Milá y el truco que aprendió para una buena entrevista

Mercedes Milá con Jordi Évole
Mercedes Milá con Jordi Évole
La Sexta
Mercedes Milá con Jordi Évole

Mercedes Milá aprendió de su pareja José Sámano, creador de cine, teatro y televisión, que una buena entrevista se debía planificar como una película. Lo comentó la periodista, con su inspiradora curiosidad incesante, en una charla que mantuvo en La hora de La 1 con Cristina Fernández y en la que, por cierto, también estaba el que escribe estas líneas.

El comentario fue generoso y concreto. Generoso y concreto, dos palabras que representan siempre la buena televisión. Quizá pasó desapercibido. Pero, en realidad, Milá estaba compartiendo con la audiencia el truco maestro para articular una entrevista mejor en la televisión que viene, esa televisión que tiene mucho que aprender de la televisión de la que venimos. Justamente ahí estriba uno de los problemas de los medios audiovisuales de hoy: se vive el momento tan rápido que no hay demasiado margen de tiempo para pararse a pensar y, entonces, elaborar cada propuesta con un desarrollo creativo previo que te diferencie del resto. O como inspiró Sámano a Milá: preparar una buena entrevista es como escribir el arco narrativo de una película.

Este truco lo cumplen los programas de más éxito de Jordi Évole en La Sexta. Primero con Salvados, después con Lo de Évole. Su equipo no sólo va a grabar una conversación y prepara una creatividad identitaria para que el programa atesore una mirada propia que otorgue más entidad y claridad a lo que se requiere contar.

Así las entrevistas de Jordi Évole se dejan llevar por lo que responde el invitado pero, a la vez, cuentan con puntos de inflexión que vienen planificados de antemano y que son decisivos para movilizar el interés del espectador. El ejemplo más claro es cuando Évole sacó las concertinas al Papa Francisco. Podía sólo haber hecho la pregunta sobre las verjas que separan personas, pero directamente sacó los pinchos tenebrosos. La entrevista creó una imagen para la posteridad y colocó esa imagen en un momento clave para impulsar el compás televisivo de la charla.

"La mejor improvisación es la que está muy ensayada"

Y es que la mejor improvisación es la que está muy ensayada. De esta forma, hay que marcar en guion previo los requiebros que movilizan el interés y, además, cuidar los finales, siempre cruciales para que el público genere con el programa ese vínculo de complicidad y regrese a la emisión la semana siguiente. Como hace el buen cine, dejando regustillo en el paladar al terminar en un maravilloso primer plano que incluso en silencio puede decir más que intensas palabras.

No sólo basta esperar que sucederá y grabarlo, hay que diseñar una cimentada carretera para que, después, sobre esa allanada base de ideas lo inesperado de la historia fluya mejor. Se lo dijo Sámano a Milá, Milá lo compartió con nosotros y, ahora, la televisión que viene lo deberá reaprender. Porque creemos saberlo todo, pero con tanta prisa, a menudo, no da tiempo a pararse a pensar para elaborar con tranquilidad esos detalles que nos hacen más especiales.

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