Mario Garcés Jurista y escritor
OPINIÓN

Las tres leyes de Newton

Isaac Newton
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Isaac Newton

Newton era un niño atrabiliario, malhumorado y esquivo con sus compañeros. Pero era un rufián, sin arcángel San Gabriel, que hacía compatible el genio con el ingenio, en una época en que no existían leyes de protección de la infancia y de la adolescencia ni existía Got talent para críos. 

Era más Garbo que Greta y nunca quedó claro si fue una manzana la que golpeó su chola para dar cuenta a la humanidad de la ley de la gravedad. Se busca Newton en España para demostrar el anverso de la regla que no es otro que probar la gravedad de la ley a sediciosos que viven del cuento. Si Newton ahora volviera a vivir, ambicionaría ser futbolista y batir el récord de cabezazos de manzana sin que esta cayese al suelo.

Tres fueron las leyes fundamentales de la física que alumbró el inglés: inercia, dinámica, y acción y reacción. Y a partir de estos tres principios elementales sigue explicándose todo, ya sea en el amor o en la política. 

De la primera ley se deriva que todo cuerpo persevera en su estado de movimiento uniforme a no ser que sea obligado a cambiar su estado por fuerzas impresas sobre él. Por eso, cuando un cuerpo en movimiento topa con la gravedad, la trayectoria va curvando hasta que el cuerpo cae sin remisión. 

Cuando la economía crece de manera continuada sin que se proyecte otra fuerza que no sea la de la gravedad, el crecimiento acaba diezmando hasta que cae estrepitosamente al suelo. En román paladino, si no se adoptan decisiones que apuntalen el desarrollo económico y la creación de empleo, como una bicicleta a la que se deja de dar pedales, el sistema cae irremisiblemente.

Si no se adoptan decisiones que apuntalen el desarrollo económico,
el sistema cae irremisiblemente

La segunda regla, o ley fundamental de la dinámica, advierte de que la aceleración de un objeto en movimiento responde siempre a la cantidad de fuerza que se le aplique en un momento dado, para modificar su velocidad. 

Si dejamos en caída libre una pelota de tenis desde un tejado, la aceleración que experimente irá en aumento a medida que el tiempo transcurra, ya que sobre ella estará actuando la fuerza de la gravedad. Por esa razón, cuando la economía se desacelera, el ritmo de caída, si no existen fuerzas de sustitución, crece progresivamente.

Y, por último, según la tercera ley de Newton, a toda acción le corresponde una reacción igual pero en sentido contrario. Así ocurre cuando dos personas con peso similar van corriendo en direcciones opuestas y chocan, de modo que ambas saldrán despedidas en sentido opuesto. 

Ni más ni menos lo que ha ocurrido con algunos partidos en las últimas elecciones que, de tanto topetazo, no saben dónde andan todavía. A diferencia de Newton, no les dio por pensar qué ocurriría si en vez de caer una manzana, caía un yunque. Y cayó, con todas sus flechas. Y ahora se quejan.

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