La medicina moderna es la medicina de las especialidades médicas y quirúrgicas. Gracias a ellas, la esperanza y la calidad de vida en los países desarrollados han alcanzado cotas inimaginables, modificando para bien el pronóstico de enfermedades crónicas e incurables. Sirvan como ejemplos, la transformación de la cardiopatía isquémica con la hemodinámica; de la cirugía con la laparoscopia; la curación de la úlcera péptica por Helicobacter pylori con antibióticos; el mejor pronóstico del cáncer gracias a diferentes avances como la inmunoterapia, la terapia dirigida o los TCART, o la curación de las enfermedades terminales de órgano con los trasplantes.
Para lograrlo investigación y formación han ido de la mano. España ha incorporado todos estos avances logrando que la calidad de la sanidad española se encuentre entre las mejores del mundo. Esto ha sido posible por la inversión pública en estructuras y equipamiento y por la excelente formación científico-técnica de los diferentes especialistas alcanzada por la vía MIR. La pandemia por coronavirus ha vuelto a mostrar una vez más la vigencia de las enfermedades infecciosas. Esta crisis sanitaria sin precedentes se suma a las producidas por las resistencias bacterianas, la hepatitis C, el VIH, el Zika, el virus Ébola, la tuberculosis o las causadas periódicamente por los virus de la gripe. Además, las enfermedades infecciosas por bacterias comunes son habituales en la población general y con frecuencia ocasionan enfermedades graves y frecuentes como neumonías, meningitis, endocarditis, peritonitis o infecciones urinarias.
Por todo lo anterior, en Europa y en la inmensa mayoría de los países desarrollados existe desde hace años la especialidad de Enfermedades Infecciosas. Porque está demostrado que el pronóstico de los pacientes con infecciones graves y complejas mejora cuando son atendidos por especialistas en Enfermedades Infecciosas.
"Señor ministro, impulse el Real Decreto para que la especialidad de Enfermedades Infecciosas sea una realidad"
A estas alturas del siglo XXI resulta increíble que en nuestro país no exista la especialidad de Enfermedades infecciosas. Los diferentes ministros que han ocupado el cargo durante estos más de 30 años desde que la SEIMC reclama la creación de la especialidad, deberían decir a los ciudadanos por qué no lo han hecho, por qué los han discriminado con los europeos y con el progreso médico. Explicarles las razones ocultas que los llevaron a decidir en contra del interés general.
Esta situación podría cambiar si se cumple lo prometido por el actual ministro de Sanidad, Salvador Illa, cuando el pasado 20 de mayo en sede parlamentaria afirmó: “Esta demanda histórica cumple todos los requisitos para que una vez aprobado el Real Decreto de Especialidades sea reconocida” y “espero que todo quede resuelto en este año”.
La creación de la especialidad de Enfermedades Infecciosas en España es urgente, porque los pacientes con infecciones graves y complejas son enfermos reales; porque la pandemia de coronavirus y las demás crisis de salud pública producidas por enfermedades infecciosas son también reales y se cobran vidas; y porque además los “infectólogos sin papeles” de formación autodidacta que durante este tiempo han hecho lo mejor que han podido, ya pintan canas y necesitan un relevo organizado y reglado por la vía MIR que podrán competir en igualdad de derechos con sus colegas europeos.
Una vez creada la especialidad su implantación será fácil en nuestro país porque, paradójicamente, los grandes hospitales cuentan con servicios de enfermedades infecciosas bien desarrollados en los que realizar la formación vía MIR de los futuros especialistas.
Señor ministro, cumpla usted lo prometido, impulse el Real Decreto para que la especialidad de Enfermedades Infecciosas sea una realidad cuanto antes, porque los ciudadanos con infecciones graves y complejas y el manejo de futuras crisis sanitarias la necesitan con urgencia.
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