Joaquim Coll Historiador y articulista
OPINIÓN

Malos tiempos para Puigdemont

El expresident catalán huido, Carles Puigdemont, durante una rueda de prensa en la Eurocámara el pasado 3 de junio de 2021.
El expresident catalán huido, Carles Puigdemont, durante una rueda de prensa en la Eurocámara el pasado 3 de junio de 2021.
ACN
El expresident catalán huido, Carles Puigdemont, durante una rueda de prensa en la Eurocámara el pasado 3 de junio de 2021.

Junts per Catalunya nació en torno a la figura mesiánica del expresident fugado a finales de 2017. Carles Puigdemont prometió que volvería para ser investido si el independentismo sumaba mayoría y él quedaba por delante de Oriol Junqueras en las elecciones. Y ganó, pero no regresó nunca porque sabía que sería detenido. Visto en perspectiva, la huida no le ha salido mal: ha evitado la cárcel, a diferencia de los casi cuatro años que ha cumplido el líder de ERC, y disfruta desde 2019 de los privilegios de ser eurodiputado. Hasta ahora la suerte le ha acompañado. Como no existe un espacio judicial europeo, las euroórdenes contra él y los otros fugados del procés han sido interpretadas por los jueces de cada país como han querido, y su abogado, Gonzalo Boye, ha podido hacer escarnio de la justicia española. Pero el clima general ha cambiado, y negros nubarrones se dirigen ahora hacia Junts y Puigdemont.

Más allá de la devoción hacia Puigdemont, es un conglomerado de figuras sueltas, ideológicamente confuso

En las elecciones del año pasado, ERC quedó por delante del partido del expresident porque este ya no pudo explicar la milonga de que volvería, y desde Waterloo dejaron de controlar la presidencia de la Generalitat. Las últimas encuestas indican que Junts está en caída libre. Más allá de la devoción hacia Puigdemont, es un conglomerado de figuras sueltas, ideológicamente confuso, y sobre todo incapaz de concretar cómo haría la independencia. Su invocación a la desobediencia para generar otro momentum es humo de paja. Laura Borràs, cuya popularidad fue altísima entre las bases de Junts, está en horas bajas por las contradicciones entre los hechos y la retórica. Además, es probable que acabe sentada en el banquillo por trocear unos contratos en favor de un amigo. Junts es ahora mismo un partido descabezado. Su secretario general, Jordi Sànchez, ha anunciado que no seguirá en el cargo y el propio Puigdemont no aclara si continuará presidiendo el partido en junio próximo.

El independentismo ha quedado salpicado por la trama rusa y señalado como un facto de desestabilización

Por otro lado, la cuestión judicial se le puede torcer dentro de unos meses. En la vista que se celebró la semana pasada en el TJUE la posición de los jueces belgas quedó en entredicho. La Comisión Europea, que es la garante de los tratados, defendió que en España no se vulneran los derechos fundamentales y que nada permite suponer que los fugados del procés no tendrían un juicio justo. Puigdemont perdió la inmunidad como eurodiputado, y aunque las euroórdenes están suspendidas, podrían reactivarse si la justicia europea da la razón al juez Pablo Llarena. Su entrega igualmente no sería automática, pero cambiaría el escenario. El independentismo ha quedado salpicado por la trama rusa y señalado como un facto de desestabilización. A Puigdemont, Comín y Ponsatí les cortan el micro en la Eurocámara cuando vociferan contra España. 

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