Joan Ferran Historiador y articulista
OPINIÓN

El regreso del adoquín

Una imagen virtual del futuro aspecto de la calle Consell de Cent, adoquinada.
Una imagen virtual del futuro aspecto de la calle Consell de Cent, adoquinada.
AYUNTAMIENTO DE BARCELONA
Una imagen virtual del futuro aspecto de la calle Consell de Cent, adoquinada.

Mucha imaginación, y algo de poesía naïf, le echaron en Mayo del 68 los camaradas de Daniel Cohn-Bendit a la protesta callejera. Tras la ocupación del Teatro del Odeón los estudiantes parisinos pintaron los muros de la ciudad con una frase metafórica que ha quedado para el recuerdo: ‘Bajo los adoquines, hay una playa’. Han pasado más de cincuenta años y las calles de la capital francesa siguen inmutables donde estaban. 

¿Y aquí? No voy a polemizar alrededor del denominado urbanismo táctico, ni sobre sus virtudes o defectos. Allá cada cual con sus prioridades y su sentido de la estética; pero, en cambio, déjenme que rechace como peregrina la idea de reintroducir los adoquines en el suelo de nuestras calles y avenidas. 

Aducirán los amantes del 'vintage' urbanístico que esos bloques de granito son bellos y resistentes. No lo discuto, pero al mismo tiempo hay quien opina que pueden ser molestos, contraindicados e incómodos para el fluir de la moderna vida urbana. Dudo que el regreso del adoquín sea visto con agrado por los usuarios de sillas de ruedas, ciclistas, patinadores, ancianos, coches de bebe, maletas con ruedecillas o zapatos de tacón... Los suelos lisos, sin obstáculos, son los preferidos por los ciudadanos a la hora de pasear o caminar. 

Algunos dirán que el asfalto es feo; cierto, pero no es menos cierto que en muchas ciudades europeas se las han ingeniado para darle otra presencia y color. A la ciudad un poco de imaginación sensata no le iría mal.

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