Ya estamos otra vez con otro repunte espectacular y preocupante del dichoso coronavirus, ahora, en una de sus variantes: la Delta.

Desde el principio de toda esta tragedia he seguido con mucha atención toda la información que ha ido suministrando el epidemiólogo Eric Feigl-Ding, uno de los primeros en avisar que el coronavirus que se había detectado en Wuhan era como una "pandemia termonuclear”, mientras que los de aquí te decían, sin ninguna clase de rubor, que era como una gripe.

Feigl-Ding lo publicó en Twitter y toda una jauría digital salió en pos de su cabeza. Tanta fue la presión, que borró sus tuits. No sé si los que lo insultaron y dudaron de sus conocimientos le han pedido perdón. No lo creo. Es tanta la estupidez, infelicidad y odio que hay en las redes sociales que asusta.

Con todo, el epidemiólogo, formado en Harvard y la universidad John Hopkins, recuperó sus tuits borrados, ha seguido la evolución de la pandemia y sigue suministrando información valiosa. La última se refiere a Israel, y no es buena.

Resulta que Israel es uno de los estados con más población vacunada y uno de los primeros en anunciar, hace un mes, que levantaba todas las restricciones en vigor por la Covid. Desde entonces, los contagios no han hecho más que empeorar. La variante Delta tiene la culpa. Pero, bueno, ¿no están casi todos vacunados?, nos preguntamos, ¿verdad? Sí, pero lo que ahora se sabe es que las vacunas tienen una efectividad de un 30% menor con la nueva variante. En mayo, antes de la variante Delta, la de Pfizer era un 94% efectiva en prevenir la infección. Ahora, con la variante, lo es en un 64%. Con las otras vacunas, más o menos, pasaría lo mismo.

Viendo lo que está ocurriendo en Cataluña, donde no se tiene un índice de vacunación tan elevado como en Israel, se entiende que se adopten, otra vez, restricciones para mitigar el aumento exponencial de casos. Nos guste o no.