OPINIÓN

Invitadas

'Las niñas'
Un detalle del cartel de 'Las niñas', de Pilar Palomero.
CEDIDA
'Las niñas'

Rosa decide tener a su hijo Iván tras sufrir un accidente de coche, yendo a abortar a Portugal, en el que fallece su novio. Adela sólo se atreverá a volver a su pueblo con su hija Celia cuando su padre, y abuelo de la niña, ya haya muerto. Y Samia tirará hacia adelante tras una dramática lucha interior entre la vergüenza y repudio por su embarazo y el inmenso amor que le despierta Adam. Tres madres solas luchando por salir adelante, en medio de un gran sufrimiento.

Ignacio Martínez de Pisón nos lleva en su última y estupenda novela, Fuera de temporada, por distintas latitudes de España con una joven Rosa huyendo con su hijo de su Plasencia natal para que evitar que el niño sufra el estigma de ser hijo de madre soltera en la España de los setenta. También los incomprensibles silencios que padece Celia de su madre tienen el mismo origen, en una época cercana, en esa extraordinaria película Las niñas, de la directora zaragozana Pilar Palomero. Idénticos problemas y miedos que asolan a Samia en la Casablanca de hoy, en Adam, dirigida por Maryam Touzani y candidata al Oscar a la mejor película extranjera.

"Tres autores han creado este año historias de madres solas: ‘Fin de temporada’, ‘as niñas' y 'Adam’'

Esta coincidencia creativa de autores tan distintos invita a mirar tu propia adolescencia. Más aún, al regresar con Las niñas a las mismas aulas del Instituto Miguel Servet, donde ha sido rodada y donde yo viví la muerte de Franco (hace hoy 45 años), la llegada de la democracia, la aprobación de la Constitución y el despertar a la vida adulta. Era entonces un centro de casi 2.000 alumnas, cuando en Zaragoza la oferta para estudiar gratis el bachiller se limitaba a ese instituto, el Goya para chicos y el Pignatelli, recién abierto como Mixto. El Servet acogía sobre todo a las estudiantes más listas de los colegios públicos de la ciudad (no me incluyo, que acababa de venir del pueblo y hasta necesitaba repetir las cosas para que me entendieran…), a las que abría las puertas de la Universidad y a esa habitación propia soñada, a lo Virginia Woolf.

Obviamente, en esa densidad de chicas jóvenes y escasa información, en ese tiempo de Rosa, hubo algún embarazo no deseado, con su riesgo de estigma y quebranto de cualquier expectativa de futuro. A los chicos no les pasaba y ya te ibas enterando de que la igualdad era un ideal.

Adam nos recuerda que otras sociedades viven aún en esa etapa. Aunque la nuestra la haya superado, tenemos vivas otras causas. La violencia de género es una dolorosa lacra, aunque ya no sean crímenes pasionales como entonces. Y el techo de cristal, pese a cuotas y sobreesfuerzos, en demasiados entornos es de hormigón. Ahora mismo, ante la proliferación de mesas llenas de hombres, se acaba de lanzar la iniciativa ‘Eventos sin mujeres ponentes, eventos sin mujeres asistentes’. A ver…

El propio Museo del Prado exhibe Invitadas, en teoría para dar protagonismo a las pintoras, tan ausentes de la principal pinacoteca española (sólo 6 piezas de las 1.621 que muestra). Pero ofrece casi lo de siempre: mujeres pintadas por hombres que incluso se promociona con un lienzo que refleja a una cabaretera.

"Tres luchadoras y una causa, ser iguales dejar de ser ‘invitadas’, que no encuentra fin y que no necesita despistes como la Ley Trans"

En este contexto, el Ministerio de Igualdad del Gobierno de España está elaborando una 'Ley Trans' para poder cambiar de sexo en el DNI simplemente declarando ‘la identidad sentida’, esto es, manifestando que tu identidad de género no se corresponde con el sexo que se te asignó al nacer. Obviamente, el feminismo clásico ha puesto el grito en el cielo. A buen seguro que Irene Montero piensa que, en realidad, es envidia cochina porque a las ‘viejunas’ no se les ocurrió antes: que no te dejan ascender, pues nada, te declaras varón y te hacen hueco. No es así. Como tampoco vale hacerse pareja del macho alfa de la manada…

En serio, con todo el respeto a los diferentes y a sus legítimos derechos, esta Ley es como una broma. Más aún que el fin del plazo para alegar coincida con el aniversario del voto femenino en España. Las mujeres tenemos aún muchas batallas para dejar de ser ‘invitadas’. De despistarnos de la causa general y mayoritaria, ni para llamar la atención. Por Rosa, por Adela, por Samia… por todas.

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