Dos países alejados y muy diferentes en casi todos los aspectos, El Salvador y Suecia, se adelantado estos días a concederle carácter oficial a las criptomonedas (la más conocida es el bitcoin, aunque no la única) que desde hace algún tiempo amenazan la sobrevivencia del dinero tangible, en papel o “calderilla”, como lo conocemos y manejamos desde hace siglos.

En Suecia, un miembro de la Unión Europea con diez millones de habitantes, con un Gobierno socialdemócrata, las criptomonedas han sido incorporadas al Banco Nacional como divisa. Suecia no está en la Zona euro, y el bitcoin compartirá legalidad con la Corona tradicional. Su nombre es Ekrona. Se trata de una noticia de importante interés económico y financiero.

Suecia es un país avanzado y la decisión no sorprende tanto como la adoptada por el Gobierno del Salvador, la república Centroamericana de seis millones y medio de habitantes con nivel cultural bajo y una economía muy débil, que ha declarado al bitcoin su moneda oficial. Hacía tiempo que el país había suprimido su moneda tradicional, el Colón, que se mantenía sólo de manera simbólica.

Los vaivenes a que el Colón estaba sometido como consecuencia de la guerra y la inestabilidad política, llevó hace años a su sustitución por el dólar norteamericano, que fue la moneda de uso cotidiano y comercial desde entonces. Ahora compartirá su carácter oficial y su uso con el bitcoin, en la medida en que la criptomoneda consiga que su implantación se generalice. No parece que vaya a ser fácil.

La idea ha sido del presidente, Naguib Bukelele, quien estima que el país tiene que convertirse en líder de la modernidad en el mundo y esta es la primera iniciativa. Lo anunció hace tres meses y apenas esperó a tomar las medidas necesarias para una transformación de esa naturaleza, la implantó esta semana.

La decisión, aparte de arriesgada, tropieza de partida con muchas dificultades. Apenas hay doscientos cajeros automáticos en todo el país que puedan expenderla y una buena parte de la población carece de los conocimientos mínimos de informática para manejarse con una moneda virtual de la que no tienen ninguna referencia práctica ni referencia internacional.