Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El fenómeno de Cristina Pedroche en Nochevieja y lo que representa: por qué nos crea tanto interés su vestido

Cristina Pedroche posa en su Instagram con el vestido que llevó a su última visita a El Hormiguero
Cristina Pedroche posa en su Instagram con el vestido que llevó a su última visita a El Hormiguero
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Cristina Pedroche posa en su Instagram con el vestido que llevó a su última visita a El Hormiguero

Dicen que el deseo domina el mundo. Y Cristina Pedroche propicia deseo. Mucho deseo. Para aquellos que la aman y para aquellos que la envidian. Irresistible mezcla. Todos verán qué se pone en Nochevieja, aunque sea para criticar. Así, un año más, se repite la historia. Antena 3 disparará su audiencia de las campanadas gracias a la expectación de qué se pondrá Pedroche encima. Si no lo ves, te quedarás fuera de la conversación social.

Esto retrata un síntoma de nuestra sociedad y nuestro tiempo. Pedroche no pertenece a la generación de Anne Igartiburu ni de Ramón García ni de Ana Obregón ni de Martes.y Trece: Pedroche es la era del Instagram, del TikTok. No importa el discurso que comunicará en la Puerta del Sol, da igual el volumen del televisor. Estamos en la era de la imagen efectista, lista para meme. No se da tiempo a contar una historia, pues con un posado parece que basta en la época superficial que nos rodea y que visualizamos a golpe de apasionados retuits y carnales likes.

Pero, claro, el interés por una imagen dura casi lo mismo que tarda en aparecer y desaparecer el corazón cuando das doble clic en una foto de Instagram. Y la televisión no es un segundo, es el recorrido de la compañía. Como consecuencia, la cadena envuelve como un regalo a Pedroche para no desvelar su vestimenta hasta las propias campanadas. De esta forma, cuando el curioso e infiel espectador haya visto la vestimenta, no le dará tiempo, por miedo a perderse la primera campanada, a cambiar de canal e irse a la tradicional retransmisión de TVE, que siempre se asocia a mejores medios técnicos y, por tanto, más garantía para ver bien el carrillón y esas cosas.

El cuerpo de una mujer como reclamo. La belleza. No es nada nuevo. Somos básicos y hay formas básicas de llamar la atención. Y de qué manera. Aunque no todas las maneras básicas funcionan. Transparencias y vestimentas extrañas en Nochevieja ha habido muchas. Sin embargo, Cristina Pedroche ha logrado un magnetismo especial. Su éxito es aspiracional. La chica de barrio humilde, Entrevías, que se convierte en celebrity. No viene de una fama heredada por pedigrí, su éxito nace en un casting como reportera en un mítico programa, 'Sé lo que hicisteis'. Desde entonces, ha crecido mucho. Una esponja aprendiendo de medios y, también, de Instagram. Incluso creyéndose su personaje, muy importante en la televisión. Está empoderada, segura de sí misma. Y lo transmite.

Pedroche no se disfraza de trajes de gala del glamour de antaño, directamente viste como dice querer y así lo proyecta y acalla las críticas. Es más fácil identificarse con ella que con otras famosas de primera línea, pues tiene un punto de imperfección hortera como la chica de barrio que ya no es pero fue. Su telegenia girada en provocación funciona en fin de año, sólo unos minutos. Aunque para consolidarse en la tele se necesita mucho más: la espontaneidad. Porque la telegenia de manual se va a los minutos, el carisma permanece.

Pedroche no es solo físico, pero la rentabilidad del ya repetitivo morbo de su vestido en Nochevieja puede terminar engullendo su presencia. Vivimos en un bucle, hasta a la hora de criticar y comentar memes. Así son las nuevas tradiciones, las de una era superficial en las que quizá importa más una básica imagen instantánea que sorprender con una buena historia, como aquellas que lograban Martes y 13 cuando desmontaban con su comedia desde el balcón de la Puerta del Sol los propios clichés de las retransmisiones de las 12 uvas. Aquí, sin ingenio, solo tenemos promesas de piel.

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