Diego Carcedo Periodista
OPINIÓN

Ciudadanos

El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera; la cabeza de lista al Congreso por Barcelona, Inés Arrimadas (2d); el candidato a la Presidencia de la Generalitat, Toni Cantó (d), y la cabeza de lista al Congreso por Valencia, María Muñoz, durante el acto de cierre de campaña de Ciudadanos.
Imagen de archivo del expresidente de Ciudadanos, Albert Rivera (2.º por la izq.) y de la actual líder del partido, Inés Arrimadas (3.ª).
EFE
El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera; la cabeza de lista al Congreso por Barcelona, Inés Arrimadas (2d); el candidato a la Presidencia de la Generalitat, Toni Cantó (d), y la cabeza de lista al Congreso por Valencia, María Muñoz, durante el acto de cierre de campaña de Ciudadanos.

Estoy bastante seguro de que una gran parte de los españoles lamentan la crisis que está sufriendo Ciudadanos, el partido que, hace apenas dos años, levantaba esperanzas en la regeneración de la democracia como ingrediente político susceptible de moderar el bipartidismo que se estaba convirtiendo en un duopolio, fundamental durante décadas en la consolidación democrática, que empezaba a dar muestras de fatiga.

Cuando hablo de muchos españoles me refiero naturalmente a los que a la hora de votar reflexionan sobre las ventajas de una candidatura u otra y no, por supuesto, a cuantos, legítimamente, optan por el fanatismo de sus convicciones de corte más religioso que político. Imagino que los responsables de lo que va quedando del partido estarán evaluando las razones que les llevaron en un tiempo récord del éxito fulgurante al fracaso estrepitoso, sin solución de continuidad.

"Hay dos clases de políticos: los que se aferran a una causa y los que pretenden ascender con urgencia"

Indudablemente todos sus avatares son consecuencia de diferentes errores y, sin duda, los más evidentes, los cometidos en el escorado planteamiento de las penúltimas elecciones generales. Pero profundizando, tal vez haya que retrotraerse a la rapidez en los orígenes y la consolidación del partido, empezando por la facilidad poco considerada en la admisión de militantes y la inclusión en puestos directivos. Es una experiencia que cuenta con muchos antecedentes en otros países.

Cuando surge un partido nuevo son bastantes los políticos rebotados de otros en busca de refugio en la nueva opción que les surge. Su inquietud suele adaptarse mal a una nueva disciplina y sus aspiraciones, en cambio, se desbocan enseguida. Porque hay dos clases de políticos: los que se aferran a una causa y los que pretenden ascender con urgencia.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento