Siempre nos quedará el pueblo, el campito. Con esto del coronavirus, a nadie se le ocurre (ni puede ni quiere) irse de vacaciones a países remotos. Preferimos apostar sobre seguro. Volver a lo de antes. ¿Playa o montaña? Regresar al pueblo, a los pueblos de esa España vacía, injustamente vaciada, falsamente sin futuro. Recuperar raíces y paisaje, lejos de miedos, atascos, masificaciones. Paseos, siestas, charletas y buenas comidas. Vacaciones en un metro cuadrado de bosque ¿Puede haber algo más hermoso y sanitariamente más sano?

Cada verano, los municipios rurales de nuestro país ven multiplicar por seis su población. Este año, por culpa de la Covid-19, es seguro que el aumento será hasta diez veces superior. Pero ojo, deja atrás tus miedos y también tus basuras. No nos engorrines el campo. 

Disfrutemos del turismo de una manera sostenible y responsable, sin basuras, pero sobre todo, sin esas mascarillas tiradas en cualquier sitio que están invadiendo la naturaleza más hermosa. Recuerda que no se pueden reciclar, hay que tirarlas al cubo de la basura normal para no reventar los sistemas de reciclaje. Porque si acaban convertidas en basuraleza tardarán 400 años en desaparecer. ¿Te lo imaginas?

 Dentro de cuatro siglos habrá nuevas pandemias y nuevos miedos, pero esa mascarilla que tiraste junto al lado del mar o en esa pradera seguirá contaminando. Y nuestros descendientes, seguramente mucho más cívicos, se acordarán de esos antepasados guarros que tantos problemas les dejaron por herencia. Pero algo así no va a ocurrir, ¿verdad? Vamos a ir al pueblo con todos los cuidados. Seguros de que no les llevamos nuestros virus ni les dejamos nuestras basuras.