Diego Carcedo Periodista
OPINIÓN

Afganistán: amenaza cumplida

Varios muertos y heridos en las dos explosiones registradas en Kabul. Los ciudadanos afganos tratan de evacuar a los heridos en carretillas.
Los ciudadanos afganos tratan de evacuar a los heridos en carretillas.
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Varios muertos y heridos en las dos explosiones registradas en Kabul. Los ciudadanos afganos tratan de evacuar a los heridos en carretillas.

El espanto que se está viviendo estos días en Afganistán culmina hoy con una nueva matanza del terrorismo yihadista que no se toma vacaciones en agosto ni siquiera en uno de sus feudos más proclives. Son pocos aún los detalles que se conocen de la doble matanza en el aeropuerto y en un hotel de Kabul. Pero se confirma que el peligro del fanatismo radical en cualquiera de sus variantes persiste y es de temer que vaya a más en los próximos tiempos.

Un país gobernado por los talibanes de tan triste memoria ya era sabido que tarde o temprano tendría al terrorismo en la recámara de sus argumentos. Pero en esta ocasión todo parece indicar que los atentados de Kabul no son iniciativa de los talibanes que se aprestan a gobernar el país. Son criminales por instinto, pero no tontos: necesitaban que la evacuación concluyese sin mayores complicaciones para controlar totalmente el poder.

"Todo parece indicar que los atentados de Kabul no son iniciativa de los talibanes que se aprestan a gobernar el país"

Pero entre tanto se olvida a menudo de que el yihadismo tiene los mismos objetivos, aunque diferentes formas de alcanzarlos: sembrar el terror. Cuentan con el desprecio por las vidas ajenas, y hasta propias, como instrumento para conseguirlos. Lo que no tienen, en contra de lo que se cree, es unidad. Dentro de las dos organizaciones más importantes, Al Qaeda y el Estado Islámico (ISIS), hay múltiples ramificaciones a menudo enfrentadas entre sí.

Hasta ahora se sabía que Afganistán era territorio de Al Qaeda, heredero de la etapa de Bin Laden, cuando se va descubriendo que a la sombra del fanatismo talibán ha surgido una rama hasta ahora inédita del ISIS, Jorasán o el ISIS K, más cruel incluso que las ya conocidas. Los atentados de esta tarde son contra las personas, contra los norteamericanos en su despedida y también, tal vez lo más novedoso, contra los propios talibanes a los que les minan el terreno.

Mientras se cuentan los cadáveres y se aceleran los trámites para evacuar al mayor número posible de refugiados que esperan, se abre una etapa incluso de mayor incertidumbre que la que estábamos viviendo. El yihadismo llevaba algún tiempo larvado, aunque sin dejar de crecer. Cada vez cuenta con más miembros y mayor número de refugiados. Toca extremar la vigilancia. Toda será poca.

Mientras si como parece los diferentes grupos yihadistas diluciden sus cuestiones, la realidad es que su objetivo cumbre es Occidente donde estiman que están los enemigos de su fe y de sus arcaicas prácticas. De momento estamos asistiendo a un aviso que nos alerta de que el peligro que ya conocemos vuelve a donde solía, como bien se recuerda en Nueva York, Madrid, París, Barcelona o Londres. 

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