Los colegios recurren al control policial contra la delincuencia

Getxo y Bilbao contratan a empresas privadas para vigilar los centros. La policía municipal, además, controla a diario el trapicheo y consumo de drogas en Indautxu, Santutxu, Deusto...
Además de los bedeles, tradicionalmente encargados de la vigilancia de escuelas e institutos, el incremento del tráfico y consumo de drogas en los alrededores de los centros educativos ha obligado a tomar medidas más serias.

En Bilbao, agentes de la unidad antidrogas de la Policía Municipal vigilan los colegios, con especial celo en los barrios de Indautxu, Deusto, Otxarkoaga, San Ignacio y Santutxu, según ha informado a 20 minutos el concejal de Seguridad Ciudadana, Eduardo Maíz. En Santutxu, el miércoles se clausuró un bar cercano al colegio Berri-Otxoa por vender hachís a escolares, algunos menores de edad.

Pero los municipales no son los únicos que vigilan. Bilbao recurre a empresas privadas para la vigilancia en horario extraescolar de los centros educativos que lo piden. Además, todos los institutos están siempre conectados mediante alarma con la Policía.

En Getxo, desde hace cuatro años, guardas de seguridad privados hacen turnos los fines de semana, de 20.00 a 4.00 horas, en dos centros educativos donde se han producido actos vandálicos, daños y botellón. Son la ikastola Geroa y la escuela de Romo. En su seguridad invierte cada año el Consistorio getxotarra 38.000 euros.

Cuando cae la noche, los guardas jurados vigilan los centros de Getxo, una labor que en otros municipios cercanos realiza la Policía Local.

Margen izquierda

Portugalete: Especialmente, el instituto Repelega, para evitar vandalismo.

Barakaldo: Durante la noche y los fines de semana.

Santurtzi: Es una rutina en las rutas de la Policía.

Sestao: El colegio Albiz, donde ha habido un robo, y suele haber botellón.

«Desde que hay polis nos cortamos más»

Un grupo de alumnos del instituto Unamuno cuentan a 20 minutos su opinión sobre el refuerzo policial: Es la hora del recreo y alumnas de 17 y 18 años salen a la calle a charlar y fumar ‘un cigarrito’. La presencia de policías en las cercanías del instituto, para evitar el tráfico de drogas durante los descansos, se ha convertido en algo frecuente y provoca diferentes opiniones. «Me parece mal, porque cada uno es libre de hacer lo que quiera fuera del colegio», dice una estudiante de 4.º de ESO. Una de sus amigas, de 1.º de bachiller, opina todo lo contrario: «Está bien, porque hay gente a la que le molesta que se fumen porros».

A su lado, un grupo de chavales reconocen que suele haber tráfico de hachís, «sobre todo los viernes», y aseguran que desde que hay policías por allí «la gente se corta más y se esconde para fumar alguna que otra brocha (porro)». G. Artaza

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