Clarence Ray Allen debe recibir una inyección letal el próximo martes, tras ser condenado en 1982 por ordenar el asesinato de tres personas mientras cumplía una condena a cadena perpetua por otro homicidio.
El autor de esos asesinatos, Billy Ray Hamilton, espera también su ejecución, todavía no fijada, en los corredores de la muerte del estado.
Allen, quien cumplirá 76 años en la víspera de su ejecución, está casi ciego, se tiene que desplazar en silla de ruedas, es diabético y el año pasado sufrió un ataque al corazón en la prisión de San Quintín.
Sus abogados han señalado que en su caso el castigo sería desusadamente cruel, algo que está prohibido por la Constitución de Estados Unidos. Pero ese argumento, fue rechazado sin explicaciones el martes pasado por el Tribunal Supremo de California y ahora sólo podría ser salvado a través de una intervención del Supremo de EEUU.
Si no ocurre así, Allen se convertiría el próximo martes en el ejecutado número 13 desde que el estado de California restableció el castigo, en 1978.
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