Los muñecos siguen fabricándose de plástico, pero son cada vez más 'maduros'

  • Los Barriguitas cumplen 41 años, y ya no se conforman con ser bañados, peinados y acariciados.
  • Los muñecos infantiles, como los propios niños, son menos pueriles y coquetean con la adolescencia.
Más de cuarenta años al pie del cañón: los Barriguitas evolucionan para sobrevivir.
Más de cuarenta años al pie del cañón: los Barriguitas evolucionan para sobrevivir.
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Más de cuarenta años al pie del cañón: los Barriguitas evolucionan para sobrevivir.

Son de todas las edades, se cuentan por millares y se definen como Barriadictas: son las fieles coleccionistas de los Barriguitas, adorados por varias generaciones de españolas. El 18 de septiembre estos muñecos cumplen 41 años (40 desde que son vendidos), que celebrarán en Alicante con una multitudinaria reunión.

El Valle de las Muñecas

La historia de los Barriguitas empieza en 1957, cuando bajo el nombre de Famosa (Fábricas Agrupadas de Muñecas de Onil) se asociaron 52 fábricas ubicadas en el alicantino Valle del Juguete (que reúne a los pueblos de Ibi, Onil, Biar, Tibi y Castalla). Unas hacían pelo de muñeca, otras vestidos, otras ojos: juntas, lanzaron sus primeras muñecas, hechas casi por encargo y llamadas Güendolina o Cayetana.

La acogida fue excepcional, pero nada comparado con el nacimiento en 1968 de Nancy. Conocida en la propia Famosa como "La vaca lechera" de la empresa, Nancy sigue siendo uno de los juguetes más vendidos en España. Según Carla González, responsable de comunicación de la marca, "el secreto fue hacer una muñeca guapa, de pelo llamativo y cuerpo que admitiese vestidos variados". Famosa llegó a vender más de un millón de unidades al año.

De bolsillo

Animada por el éxito, la empresa presentó Barriguitas en la Feria del Juguete de Valencia, y fue otro acontecimiento: entre muñecos de 35 ó 40 centímetros y varios kilos de peso los Barriguitas, con sus 15 centímetros de altura, sus accesorios (vestidos, bañeras, cunitas) y un bajo precio trajeron un nuevo concepto, cambiando a la muñeca de toda la vida por otras pequeñas, baratas, de bolsillo y coleccionables.

¿Y ahora? Cuatro décadas después los Barriguitas triunfan todavía en España, Portugal, Italia y Puerto Rico, pero como el resto de juguetes han cambiado: en los ochenta llegaron Barriguitas del mundo, que con sus rasgos raciales ayudaban a los más pequeños a familiarizarse con una sociedad cada vez más mestiza, y después serían lanzados modelos mecánicos, con ojos grandes y rasgados o cabellos más lisos. En 2007, otro cambio: adiós al juguete que sólo se peina y se cambia de vestido, y bienvenidos los Barriguitas profesionales (que representan a ejecutivos, médicos o periodistas) o familiares, que además de bebés incluyen a hermanos y hasta a abuelos.

Chicas modernas

¿La clave? Seducir a unas niñas (y también a algunos niños) que, según González, "no tienen nada que ver con los de hace unas décadas". Los de antes jugaban con muñecas hasta los 12 años; los de ahora, hasta los ocho. Influenciados por el manga, exigen ojos pintados y enormes. Y, por encima de todo, empezaron a pedir muñecas que, como las Bratz (nacidas en 2001), cambien príncipes azules por vestimentas urbanas y poses adolescentes.

Elvira Sanjurjo, directora de Marketing de Mattel (fabricante de la mítica Barbie), repite una palabra clave: "Aspiracional. Las Bratz nacieron para adolescentes, pero triunfaron entre niñas más pequeñas porque representaban lo que aspiraban a ser cuanto antes: enseñar el ombligo, usar el móvil, ir a fiestas... Eran para adolescentes rebeldes, pero calaron en las crías pequeñas".

Sin embargo, sirenas, princesas y hadas no han muerto. Las criaturas más minúsculas, de entre tres y seis años, siguen habitando sus mundos. Después, según González y Sanjurjo, intercalan. En público nada de muñecas, y si juegan con ellas llevan minifaldas y botas. En casa, mucha Nancy, Barbie o Barriguitas. Y, como afirma Sanjurjo entre risas: "¡Adorando lo rosa y lo cursi!".

Una industria eterna

Videoconsolas, Internet, China y otros fabricantes baratos y, ahora, la crisis: la industria juguetera siempre parece amenazada, pero sobrevive. Famosa pierde dinero y está a punto de pasar a manos estadounidenses, pero sigue facturando más de 120 millones de euros. Y Mattel anunció unos beneficios de más de 400 millones en 2009, y mantiene el optimismo: "El juego tradicional siempre existirá", afirma Elvira Sanjurjo, "porque es innato al humano. Cada vez habrá más avances tecnológicos, pero se seguirá jugando con muñecas y balones".

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