La nueva normativa ha conseguido, sin embargo, que muchos fumadores abandonen los pasillos y las salas comunes, antes atestados de colillas y ceniza, y salgan a echarse el pitillo al exterior.
De hecho, los buenos hábitos se han instalado incluso en algunas cafeterías. Mientras que en los bares de Filosofía o Derecho se sigue fumando (incluso porros), en otros como Interfacultades o Ciencias se ha reducido considerablemente el consumo de tabaco. Sin embargo, muchas facultades aún no han retirado las papeleras-cenicero de sus pasillos.
Dos opiniones de estudiantes sobre la nueva regulación
Belén Lavilla. Estudia derecho. Está en contra de la ley antitabaco. «Me parece bien que no se fume en lugares públicos y cerrados. Sin embargo, creo que esta práctica debería depender de la responsabilidad de cada uno. La gente no necesita una ley para ser responsable y no molestar con el humo».
Sergio Zapico. Estudia magisterio. Está de acuerdo con la ley.
«Los que no fumamos no tenemos por qué aguantar el humo de los fumadores en lugares cerrados. Me parece conveniente regular esta práctica. También me parece bien que los fumadores tengan espacios específicos para fumar».
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