Iñaki Gabilondo: "Soy un becario en la tele pese a ser experto en información"

Tiene 63 años, 3 hijos y 3 nietas. Además de Periodismo estudió Filosofía. Empezó en la radio hace cuarenta años en San Sebastián y tiene decenas de premios. Tiene una cicatriz en el labio desde los 4 años, cuando jugaba a ser Robin de los Bosques.
Iñaki Gabilondo (Foto: Jorge París)
Iñaki Gabilondo (Foto: Jorge París)
Jorge París
Iñaki Gabilondo (Foto: Jorge París)
Casi tres millones de oyentes se levantaban con usted ¿Se siente ahora muy solo por las mañanas?

No, qué va. Siempre he sabido que los ciclos tienen que concluir, el que yo estaba viviendo en la radio no estaba previsto que concluyera ahora, pero no mucho después.

¿Echa de menos la radio?

Tengo la melancolía natural. Todavía no puedo pasar por la Gran Vía, tengo que ir por calles paralelas. El primer calambre ha sido la lotería de Navidad... Temo el día de las primeras elecciones, en los últimos 20 años las he cubierto todas... y eso produce una cierta melancolía.

Ha pasado de ser el gran líder en la radio a tener una audiencia moderada en Cuatro. ¿Cómo lo lleva?

Ya sabía que venía a una televisión que empezaba despacio y que para cuando crezca yo ya no estaré. Lo vivo con naturalidad. No me preocupan las audiencias, el trabajo nuestro se hace igual si tienes 300 millones de oyentes que si tienes 30.000. Nunca me envanecí de nada ni me preocupa ahora.

¿Le gusta el reto de la tele?

A estas alturas de la vida, la mayoría de la gente no tiene la oportunidad de empezar en un trabajo
Tengo ahora la oportunidad de juguetear y explorar un territorio nuevo, me parece divertido. A estas alturas de la vida, la mayoría de la gente no tiene la oportunidad de empezar en un trabajo. Estoy aprendiendo cosas, soy un becario otra vez, un pardillo.

¿Se siente como un becario?

Bueno, no exactamente. El conocimiento de la información lo tengo, en eso soy una persona muy experta, pero el instrumento es muy distinto, lo tengo que aprender y en eso sí soy novato.

Lleva dos meses de informativo. ¿Qué balance hace?

Estoy haciendo el programa que quería hacer, con mi sello, mi personalidad y con las torpezas formales de mi propia inexperiencia.

¿Se pone nervioso ante las cámaras?

No son nervios, es que soy más torpe en esta asignatura. A lo mejor es que tengo los tics de 40 años de radio.

Ha dicho que le hubiera gustado entrevistar a un gran jefe de ETA. ¿A quién más?

Sólo conozco a uno que lo haya hecho: Pedro J., en el 87, y todavía le riñen. Yo hubiera querido tener esa oportunidad. Ahora mismo me gustaría entrevistar a Letizia. Una colega como nosotros metida en esta salsa... estoy lleno de curiosidad. Me interesa la gente a la que le pasan cosas que yo no me puedo imaginar.

¿A quién escucha ahora por las mañanas?

Ahora puedo escucharlos a todos.

Pero alejado de la crispación...

El alto nivel de crispación fue uno de los motivos de mi marcha. Me hacía muy incómodo el trabajo. Hay gente que en este tipo de guerras se siente bien, pero yo no valgo para eso. Me da vergüenza.

Dejaba un difícil papel a su sucesor...

Sí, lo tenía difícil, pero tenía también una gran ventaja. Lo he dicho muchas veces: yo soy un buen conductor, pero tenía un coche estupendo, y le he dejado el coche.

¿Le ha cambiado mucho la vida en estos meses?

Llevaba una vida muy tiránica, de trapense, me levantaba a las cuatro de la mañana. Ya puedo salir a cenar con mi gente y Lola (su mujer) ha dejado de ser la eterna viuda.

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