Pop-up, ingenieros del papel

  • El 2 de abril se celebra el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil.
  • Con ese motivo, un estudio español pionero en la creación de libros en 3D, un fenómeno editorial, nos revela sus secretos.
Proceso de creación de un pop-up. En la imagen, Pilar Pascual y Fernando J. Múñez, de Fénix Factory.
Proceso de creación de un pop-up. En la imagen, Pilar Pascual y Fernando J. Múñez, de Fénix Factory.
JORGE PARÍS
Proceso de creación de un pop-up. En la imagen, Pilar Pascual y Fernando J. Múñez, de Fénix Factory.

Pasar de página nunca ha sido tan divertido: seres fantásticos, castillos, barcos y toda clase de imaginería emergen del libro, crecen, se expanden y no sólo sirven para leer, sino para jugar, aprender y asombrarse. El fenómeno pop-up augura a las editoriales la supervivencia del formato de papel frente a la colonización del libro digital y goza de excelente salud incluso en plena crisis.

Troqueles, ruedas y persianillas atrapan la atención de niños y mayores, y es que el pop-up es al libro tradicional lo que el cine en 3D a las películas convencionales. Y está causando el mismo furor. Numerosas editoriales están pasando sus obras más vendidas al formato tridimensional.

Inglaterra y Estados Unidos son las grandes potencias de este vistoso producto y sólo en estos países existen estudios de ingeniería del papel, clave para el proceso. Sin embargo, desde hace tres años el estudio creativo Fénix Factory, afincado en Madrid, ha diseñado y desarrollado 22 libros de pop-up, algunos por iniciativa propia y la mayoría por encargo de editoriales como Ediciones B, Susaeta y Saldaña. Son pioneros en este sector. "No nos consta que otra empresa española desarrolle esta clase de trabajos", apunta Pilar Pascual, socia de Fénix Factory. "Nosotros hemos tenido que aprender por nuestra cuenta, de una forma autodidacta".

Los pasos a seguir

Crear un pop-up requiere una producción compleja y artesanal en la que no sólo intervienen el dibujante y el escritor, sino también una figura fundamental: el ingeniero del papel, responsable de diseñar los dobleces de manera que se desplieguen al pasar la página y no se entorpezcan al plegarse de nuevo.

<p>Pop-up de un Kraken, paso 1 (Fénix Factory).</p>1. Tormenta de ideas

El primer paso es plantear el número de páginas del libro, el coste deseado (éste marcará el material, el número y la complejidad de los pop-up) y el argumento. Se diseña un libro con bocetos para que la editorial lo apruebe.

<p>Pop-up de un Kraken, paso 2 (Fénix Factory).</p>2. Patronaje

El ingeniero diseña los patrones de las piezas que más tarde constituirán el armazón del pop-up. El dibujante y el ingeniero trabajan juntos en la planificación de los desplegables. Predominan las necesidades del ingeniero sobre las del dibujante.

<p>Pop-up de un Kraken, paso 3 (Fénix Factory).</p>3. Dibujo a lápiz

Se dibuja el interior las plantillas. Primero se realiza un primer boceto en lápiz azul. Después se repasa en grafito. No se suele entintar.

<p>Pop-up de un Kraken, paso 4 (Fénix Factory).</p>4. Color digital

Se escanean los dibujos, se elimina el azul y se queda el grafito, sobre el cual se colorea en digital mediante la tableta gráfica.

<p>Pop-up de un Kraken, paso 5 (Fénix Factory).</p>5. Pruebas de impresión

Una vez ilustradas las piezas y el fondo de la doble página se vuelcan a los patrones digitales, donde se comprueba que la ilustración encaja al milímetro con las líneas de los troqueles (dobleces y corte).

<p>Pop-up de un Kraken, paso 6 (Fénix Factory).</p>6. Montaje

Es artesanal; lo realiza el packager. Las páginas tienen que estar huecas para permitir el movimiento de las pestañas, las ruedas, etc. Se monta la colour dummy: una versión impresa del libro a color, que será enviada a la imprenta como modelo de referencia junto a los archivos digitales.

<p>Pop-up de un Kraken, paso 7 (Fénix Factory).</p>7. Versión final

Se imprimen seis ejemplares. Una vez aprobado por la editorial se envía a la imprenta, donde el montaje también es manual, pero a gran escala.

Hasta hace poco tiempo, el alto coste de la creación de libros desplegables obligaba a las editoriales españolas a optar por la coedición, es decir, la compra de los derechos de un libro extranjero por parte de varias editoriales para compartir los gastos de producción artesanal o semiartesanal.

Sin embargo, en la actualidad comienzan a barajarse otras opciones, en las que las editoriales optan por encargar proyectos propios contratando el diseño a creativos españoles como Fénix Factory, rebajando los costes imprimiendo en otros países como China o la India y disminuyendo el número o la complejidad de los pop-up. Actualmente, esta empresa ha aceptado el encargo de una de las modalidades de pop-up más ambiciosas: el libro-carrusel, todo un universo que se despliega 360 grados.

<p>Pilar Pascual y Fernando J. Múñez, socios de Fénix Factory, junto con algunas de sus creaciones en pop-up.</p>

Un origen religioso

El fenómeno del pop-up, tan exitoso en el libro infantil y en aplicaciones publicitarias, cuenta, de hecho, con un origen antiguo: en el siglo XIII, el beato mallorquín Raimundo Lulio introdujo en su libro Ars Magna unas ruletas con las que trataba de demostrar la existencia de Dios a través de la numerología. Ya en el siglo XVIII se emplearon los desplegables en obras de anatomía y astrología, hasta que en el siglo XIX se comenzó a dar a los pop-up una aplicación lúdica.

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