La cifra no es más que el resultado de dividir las 834 plazas que hay en la ciudad entre los 67.000 coruñeses que ya han soplado 65 velas; pero también el baremo que aplican las administraciones para enfrentarse a un problema que crece con los años: el déficit de camas en los centros para mayores.

 

Los números no dejan lugar a dudas: en A Coruña la oferta no puede hacer frente a una demanda que, con el envejecimiento progresivo de la población, amenaza con ir a más.

 

Más datos: de las siete residencias para mayores que existen en el municipio, sólo dos son públicas, de la Xunta, y entre ambas ofrecen 246 camas. Los otros cinco centros son privados y cuentan con 588 plazas. Ninguna subvencionada.

 

Si comparamos la situación de los geriátricos coruñeses con lo que pasa en el resto de Galicia salimos perdiendo. La media gallega, con una plaza por cada 72 mayores, arroja incluso mejores datos que la herculina.

 

Otra consecuencia de este exceso de demanda son las temidas listas de espera. En la comunidad hay 3.248 personas aguardando una cama y de ellas, 1.268 son de la provincia de A Coruña.

 

En cualquier caso, los expertos sostienen que no todos los mayores buscan sitio en una residencia porque ni todos son ancianos, ni aquellos que sí lo son desean acabar con sus huesos en un geriátrico. Muchos -dicen los profesionales- se quedan en sus casas.

 

José Carlos Millán Calenti, catedrático de Gerontología de la Universidad de A Coruña no comparte esta opinión. Asegura que cada vez hay más que eligen la residencia como forma de vida. Entre las razones, apunta al cambio de imagen: «Hoy estos centros ya no dan miedo, las personas están allí tan bien o mejor que en casa».

 

Para frenar tal avalancha de peticiones, Millán Calenti aboga por fomentar otras formas de atención a la tercera edad, sobre todo la ayuda a domicilio y los llamados centros de día.

 

1.268 personas de la provincia esperan por una cama en un centro para mayores.