La preocupación desmesurada por la seguridad parece abrirse hueco en parte de la sociedad española. Tanto es así que, en lo que va de año, se ha elevado en el país un 35% la demanda de búnkeres a prueba de robos, bombas y desastres naturales, según Antonio Alcahúd, un ingeniero nuclear de Barcelona que a lo largo de más de 30 años ha construido refugios atómicos por toda España.

Pero ¿cuál ha sido el detonante del pánico? La crisis mundial ha disparado todas las alarmas entre las clases sociales más altas, que quieren evitar a toda costa robos y secuestros en sus viviendas.

La tensión internacional que puede derivar en guerras, el miedo a sufrir una catástrofe natural (terremoto, tsunami o un desastre como consecuencia del cambio climático), un posible escape nuclear como el de la central de Chernóbil son otros de los motivos, a los que se suma su uso como caja fuerte (solicitado especialmente por joyeros y empresarios).

Aunque, lo que más llama la atención de este año, es que se suman a la lista dos nuevos motivos o, mejor dicho, nuevos miedos: evitar el contagio de la gripe A en caso de que mute el virus y se vuelva tan agresivo como el de la gripe española (que mató entre 50 y 100 millones de personas) y otros más radicales e inverosímiles como sobrevivir al cataclismo que dicen que se producirá en 2012 por el fin del calendario maya.

Un lujo muy caro

Este tipo de refugios, que según Alcahúd pueden soportar una bomba atómica de diez kilotones o una bomba de hidrógeno de un megatón (cien veces mayor que la de Hiroshima), no es asequible para todos los bolsillos.

Las familias que quieran construir uno tendrán que dejarse entre 44.000 y 55.000 euros en un búnker con capacidad para de 25 a 50 personas.

Además, hay que contar con un chalé, donde poder hacer una excavación, o un terreno propio. En el caso de querer utilizarlo como sótano habrá que tenerlo antes de comenzar a hacer la vivienda.

Los refugios cuentan con almacén de agua, reserva de electricidad y todo tipo de electrodomésticos.

Además, se recomienda a los propietarios tener almacenados alimentos para subsistir, al menos, durante 15 días. Es el tiempo que se debe esperar hasta que "pasen los efectos de armas químicas, nucleares o bacteriológicas2, según Alcahúd, que explicó que la radioactividad que genera una explosión atómica disminuye rápidamente y que a los 14 días "es prácticamente inexistente".

Si hiciera falta salir antes de que pasen los efectos de la catástrofe, los refugios están equipados con trajes especiales.

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