En general, el personal ha ido rehuyendo en sus análisis del resultado de las elecciones del domingo pasado una de las opciones más verosímiles. Y es comprensible, porque no es normal que el segundo le pida al primero que se aparte. Pero en Cataluña llevamos muchos años fascinados por los fenómenos paranormales, lo que permite que, si alguien queda en segundo lugar, pueda exigir al ganador que se haga a un lado. Y, ¡eureka!, esto es precisamente lo que ha sucedido.
Algunos me llegaron a insultar la semana pasada por haber escrito “si quieres que Puigdemont vuelva a ser presidente, vota a Illa” y “si no quieres que Puigdemont vuelva a ser presidente, vota a Aragonès”.
La misma noche electoral, Puigdemont ya lo dejó claro, clarito: Illa, compañero, ya sabes lo que tienes que hacer. Y lo repitió al día siguiente.
La pregunta es: si Sánchez no obliga a Illa a abstenerse, ¿se atreverá Puigdemont a retirarle su apoyo? Y ERC, ¿Qué hará?
"Quilombo del carajo"
Todavía es pronto, muy pronto, para afirmar nada. Pero tenemos, como dirían los argentinos, “un quilombo del carajo”, y otras elecciones, las europeas, a la vuelta de la esquina, concretamente el 9 de junio.
Con todo, la única opción que tiene Puigdemont de gobernar es poner en juego la legislatura de Pedro Sánchez. Junts tiene otras, pero no Puigdemont. Y mucho tendrían que cambiar las cosas para ver a Turull imponer un pacto con el PSC sin la aprobación de Puigdemont. Así es que o Illa o Sánchez. Si es Illa con el apoyo de ERC, se acaba la legislatura española.
Ni indultos ni amnistía hubieran sido posibles sin el trabajo ímprobo de ERC, mientras en Waterloo vivían en el más puro realismo mágico, insultando a los republicanos de día y de noche. Pero ERC no ha sabido hacer llegar a los ciudadanos lo conseguido ni desde el partido ni desde el gobierno a causa de una de las políticas de comunicación más desastrosas que hayan existido jamás.
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