OPINIÓN

Valoremos lo imperfecto

Una persona escribiendo en un cuaderno.
Una persona escribiendo en un cuaderno.
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Una persona escribiendo en un cuaderno.

Nada ni nadie es perfecto. Tampoco en la naturaleza, donde la evolución se mueve a golpe de oportunidades en esa dura lucha por la supervivencia que frente a una crisis premia a los diferentes, los únicos que, al salirse de la norma, a golpe de prueba y error, son capaces de descubrir nuevos caminos de posible vida exitosa. La inteligencia artificial aspira a la perfección, lo que ya de por sí demuestra su imperfección: nunca lo logrará. Para parecerse a nosotros debería aceptar algo tan natural como es meter la pata, pero no está programada para ello. No es inteligente, es una herramienta tan solo eficiente, como lo son todos nuestros inventos desde la domesticación del fuego. Está pensada para acelerar el ritmo de trabajo y no para quitarnos el trabajo, todo lo contrario. Aumentará vertiginosamente el ritmo laboral al darnos respuestas en segundos para temas que antes nos llevaban semanas o meses. Pero no reducirá la jornada laboral; no tendremos más meses de vacaciones gracias a ella ni a esos robots que, de tan tontos, son incapaces de disfrutar una puesta de sol.

En un mundo tan inteligentemente perfecto ¿qué pasará con los imperfectos? Tengo la impresión de que la IA los va a elevar a la categoría de héroes al lograr lo contrario a lo que busca, acabaremos valorando lo imperfecto como una prueba irrefutable de humanidad. Personas al otro lado del mostrador y no pantallas. Una comunidad educadora frente a pódcast y aplicaciones. Música escrita en partituras, interpretada por músicos en acústico, con errores humanos. Literatura de calidad generada por mentes brillantes sin más ayuda que papel y bolígrafo.

La revolución de las máquinas nos llevará al sitio de donde veníamos, a nosotros.

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