La asombrosa vida de Elena Garro, la escritora que inauguró el realismo mágico y que conoció al presunto asesino de JFK

Elena Garro en una imagen de archivo.
Elena Garro en una imagen de archivo.
CITRU DOCUMENTACIÓN / WIKIMEDIA COMMONS
Elena Garro en una imagen de archivo.

Sorprende que todavía no se haya adaptado al cine la vida de la escritora Elena Garro: persecuciones y espías de la CIA, grandes pasiones –no exentas de toxicidad–, encuentros y desencuentros, glamour y belleza, periplos por medio planeta a causa del exilio, muchos gatos y, sobre todo, grandes dosis de talento e ingenio.

"La verdad es que se merece una película", opina Jazmina Barrera, autora de La reina de espadas (Lumen), una novela-ensayo sobre Elena Garro que mezcla reflexiones con la trayectoria de una autora fundamental para entender el devenir de la escritura.

"Hay mucha mitología en torno a su figura y mucho misterio, porque Elena Garro está implicada en asuntos históricos fundamentales, acontecimientos envueltos en silencio y encubrimiento. Hay chismes y los seguirá habiendo hasta que no se abran los archivos clasificados", afirma Barrera.

Aquí va uno: un par de meses antes del asesinato de JF Kennedy, Elena Garro y su hija conocieron a Lee Harvey Oswald, considerado por muchos el autor material del asesinato. Garro explicó a las autoridades estadounidenses que había escuchado en una fiesta a Oswald y a sus amigos decir que sería conveniente matar al presidente. Como cuenta Barrera en su libro, nadie la creyó.

Barrera la descubrió en 2016, en el centenario del nacimiento de Garro. La escritora chilena Lina Meruane la instó a leerla: "Para la maestría de escritura que yo cursaba en Nueva York, debía escribir una novela. Lina Meruane me recomendó leer Andamos huyendo Lola, de Elena Garro, porque era un libro parecido al mío". Barrera nunca publicó su manuscrito, pero sí que devoró los cuentos "extraños, hermosos y angustiantes" de Garro.

Ahí arrancó su admiración por un artista que no solo escribió: estudió Filosofía y Letras en la UNAM y trabajó como bailarina, actriz y coreógrafa. A punto estuvo también de desfilar para Dior. Christian Dior fue a visitarla y dijo "es bellísima, es exactamente el tipo que me conviene". "Pero el entonces marido de Elena Garro, Octavio Paz, armó un escándalo terrible", afirma Barrera.

A pesar de su reconocimiento en varios países latinoamericanos –ya en vida se la consideró la precursora del realismo mágico, en Los recuerdos del porvenir ya estaban las mariposas amarillas de Cien años de soledad–, para muchos, sigue siendo una desconocida. 

Encontrar ediciones cuidadas de sus textos no era fácil hace diez años. "Se publicaron sin páginas, sin fragmentos enteros. Sus novelas del exilio estuvieron guardadas durante mucho tiempo y cuando se imprimieron, no lo hicieron con la atención y cuidado que merecían", explica Barrera.

Los recuerdos del porvenir, lanzada en 1963, pero escrita a principios de los 50, inauguró el realismo mágico, una etiqueta que Garro no le gustaba nada: "No había nada mágico en lo que ella había escrito, decía, porque así era la realidad". Cien años de soledad de García Márquez se publicó cuatro años después. Márquez leyó Los recuerdos y la tachó de cursi. Tal vez se adelantara también a Juan Rulfo: Garro escribió Los recuerdos del porvenir en torno a 1952 y 1953 (tardó mucho en publicarla) y la obra de Rulfo, Pedro Páramo, se lanzó en 1955.

"Me fascina su versatilidad: escribió teatro, novelas, cuentos, poemas, ensayos, artículos... Fue fiel a sus obsesiones –el tiempo, la memoria, la muerte, la vida, la violencia contra las mujeres–, que trabajó desde prismas diferentes. Convirtió su vida en material artístico", señala Barrera, a quien también le maravilla su sentido del humor. "Su ironía, su acidez y su inteligencia es de lo que más disfruto".

Y eso que no lo tuvo fácil. Un titán, nada más que un Premio Nobel intocable, la violentó y le hizo sombra: Octavio Paz. Las cartas que le escribió a Garro cuando eran novios revelan a un maltratador, que quiere meterla en vereda y cortar su libertad (la conmina a no bailar, no hacer teatro, no salir, no llevar pantalones). 

En sus memorias, la hija de ambos, Helena Garro, asegura que Paz violó a Garro la noche de bodas. Helena Garro fue también violada por José Delgado, el padrastro de Octavio Paz, cuando tenía 4 años. Le contagió gonorrea. Cuando se curó, Paz la volvió a mandar a casa de su abuela, donde la violaron de nuevo.

Al libro, Barrera proyectó dedicarle meses. Al final, pasó más de dos años sumida en los 'Elena Garro papers' en los archivos de Princeton: "Lo escribí hasta que me lo arrancaron de las manos. Yo habría seguido estudiándola para siempre".

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