El teatral paréntesis de silencio y aislamiento de Pedro Sánchez ha culminado en su decisión de seguir. Los ministros y militantes socialistas que se preocuparon seriamente por el estado anímico del presidente hoy pueden respirar más tranquilos.

Si el virus de la fragilidad atacó al autor del ‘Manual de Resistencia’ fue en forma leve y ahora se constata que Sánchez estaba en realidad tomando aire en un escenario muy complicado y generando anticuerpos para rearmarse en un momento objetivo de complicación. Ahora anuncia un punto y aparte, sin hacer referencia a una posible cuestión de confianza, apoyado en las muestras de apoyo de sus ministros y militancia, a los que hubiera dejado huérfanos de liderazgo con una salida abrupta y, ya se ha visto, inconveniente para él y sus socios.

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Fue el Sánchez de siempre, pero el tiempo dirá si más debilitado tras este inédito episodio

Así que ha movilizado a sus votantes para las próximas elecciones catalanas (y europeas), ha intentado blindarse ante las críticas y ha hecho que sus socios independentistas tomen nota de su aviso. Pero es inevitable que los medios de comunicación se inquieten por la interesada identificación que el presidente ha hecho estos días entre los bulos que circulan por las redes y la información veraz que publica la prensa seria, aunque incomode al poder. Es de esperar que las reformas que prepara el Gobierno –y que adelanta el presidente con su advertencia de que no viene una cuestión de confianza parlamentaria sino un “punto y aparte” legislativo– transiten por el camino de una mayor politización y de falta de independencia de la Justicia. Ayer mismo, las asociaciones de periodistas pidieron a Sánchez que explique las líneas del proyecto de regeneración que anunció en su comparecencia sin admitir preguntas. Fue el Sánchez de siempre, pero el tiempo dirá si más debilitado tras este inédito episodio.

Siempre es pertinente una reflexión sobre las formas y las líneas rojas que no deben traspasarse en política. Pero, como ha dicho el exministro socialista Jordi Sevilla, se echa en falta una dosis de autocrítica y una invitación a hacerla con el PP, el partido que en la oposición representa a ocho millones de españoles. Parece un escenario improbable pero la sociedad española merece seguir por el camino de libertad, sin ira y con respeto que nos hemos dado.