Diego Carcedo Periodista
OPINIÓN

Sorpresa e incertidumbre

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, interviene durante una sesión de control al Gobierno.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, interviene durante una sesión de control al Gobierno.
EFE
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, interviene durante una sesión de control al Gobierno.

Pedro Sánchez nos ha dejado a todos sorprendidos en apenas unos minutos y nos mantendrá sometidos a la incertidumbre durante cuatro días. Entre tanto, caben todo tipo de especulaciones y pronósticos. No es la primera vez que nos ha indignado con alguna decisión o vuelta del revés de sus promesas lo cual ha anulado su credibilidad. En esta ocasión todo se vuelve más grave: la dimisión de un jefe de un Gobierno ante un escándalo es bastante frecuente y, por lo tanto, no sería nada anormal si realmente surgen hechos que lo justifiquen ante la opinión pública. La pregunta ¿es el caso?

En este, existen serias dudas sobre las razones que pesan en torno a la acusación sobre Begoña, su mujer y la influencia política de que se haya aprovechado para conseguir algunas concesiones. Esta es una cuestión que ha levantado sospechas, pero necesita más pruebas que las que hasta ahora ha venido manteniendo una oposición en una etapa muy agitada y proclive a buscar cualquier típico de argumentos recíprocos para desvirtuar a un Gobierno que ha venido dando muchos motivos para la crítica y a una oposición implacable no siempre fundada.

Es decir, una oposición muy similar a la actitud de un Gobierno que ha roto el respeto y el diálogo que una democracia exige. El presidente en estos meses que lleva en el poder ha escuchado con frecuencia que debería dimitir. Ahora amenaza con hacerlo, alegando que se está poniendo en duda la actividad de su esposa y que el tema ha sido aceptado a trámite por los tribunales de Justicia. Habría que añadir que se trata de una denuncia presentada por personas cuyos nombres y pasados también despiertan dudas. Es por lo tanto la hora de esperar.

No hay razones para acusar a la encausada hasta que los tribunales, actuando con todas las garantías y pruebas, se pronuncien. Las dudas que la esposa del presidente puede despertar son sospechas más o menos fundadas, pero también es evidente que el odio que se ha venido generando en el caos en que se encuentra la actividad política en España no pueden desdeñarse al valorarlo. Pedro Sánchez está, eso es evidente, en una situación muy difícil y no sólo por este problema. Es el jefe de un Gobierno acorralado por sus actuaciones y errores.

En cualquier caso, no parece que este escándalo, cuyas razones están todavía bajo el ámbito de las sospechas, sea un motivo para presentar una dimisión tan drástica. Por eso resulta más asumible su propósito de considerarlo en profundidad y reflexionar sobre lo que procede. Está en sus menos y será una buena oportunidad para que aproveche también para reflexionar, además sobre lo que ahora le inquieta: si decide mantenerse en el cargo sería importante que aproveche para considerar las razones de las críticas que enfrenta, la desconfianza que despierta y las razones que alegrarán a muchos que el lunes opte por abandonar.

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