OPINIÓN

Las despedidas de Bergareche

El escritor Jacobo Bergareche.
El escritor Jacobo Bergareche.
COCO DÁVEZ
El escritor Jacobo Bergareche.

Si algo he aprendido últimamente es que cuando alguien tiene que despedirse, lo mejor es que sea un trámite corto. El dolor por dejar marchar, por no volver a verse, por distanciarse, es muy alto; y por ello mismo cuanto menos tiempo ocupe en nuestra vida, mejor. Así de claro lo deja en su novela Las despedidas el escritor Jacobo Bergareche, un libro que me ha gustado mucho porque ahonda en la toma de decisiones a las que el ser humano se enfrenta durante su vida. Unas decisiones que marcan nuestro futuro y condicionan a las personas que nos rodean.

Muchas veces no somos conscientes del daño que podemos hacer al resto, o incluso a nosotros mismos, por una decisión mal tomada. Cada persona es libre, pero las consecuencias son el peaje que hay que pagar por tratar de descubrir lo que cada cual considera su verdad. El equilibrio emocional no es fácil de sostener en el tiempo cuando uno quiere saber un poco más o cuando se enfrenta a una situación del pasado que quiere resolver. El pasado, pasado está, dicen, pero no siempre es fácil pasar una página muy importante a la que diste carpetazo, por muy breve que fuese ese momento en tu periplo vital. Los recuerdos o las enseñanzas viven de detalles y de fugacidades que se han postrado frente a nosotros. Nadie sabe cuánto poder tiene una simple palabra para hacer encajar todas las piezas en una mente desordenada.

Muchas veces no somos conscientes del daño que podemos hacer al resto, o incluso a nosotros mismos, por una decisión mal tomada

Como decía la cantante Sofía Ellar, las despedidas amorosas son un desastre que acaban con besos a escondidas, porque, para ella, al final las segundas partes son de suicidas. Tirarse a la piscina puede tener un precio alto. Para que eso no ocurra, como dice Jacobo, lo mejor es dejar que las despedidas sean breves, que no se posterguen para no dar pie a lo que no debería ser. Eso sí, en cambio, si hablamos de bienvenidas, no hay ninguna duda de que alargarlas en el tiempo es un regalo. Celebrar la vida, que de eso se trata, porque los malos momentos cuanto más breves, menos inútiles. Doler van a doler igualmente.

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