El declive de Kanye West: su nuevo disco es repetitivo, aburrido y predecible

El rapero Kanye West.
El rapero Kanye West.
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El rapero Kanye West.

Kanye West ha sacado nuevo disco, pero si vives en España, es muy probable que no te hayas enterado.

En febrero de 2024, Kanye West, quien se cambió su sobrenombre a Ye hace unos años, sorprendía a su ejército de fans con un trabajo colaborativo junto a Ty Dollan $ing, un nuevo álbum que venía a romper la larga racha sin sacar música del polémico artista. Sin embargo, no todo ha salido como él esperaba.

Vultures 1, que vino a estrenarse con un nuevo halo de polémica en las entrañas de la industria musical, lograba entrar como el más vendido en el Billboard 200, la principal lista de ventas en todo el mundo, sin embargo, en España no conseguía que ninguna de sus 16 canciones se posicionara ni el Top 50 de Spotify ni en su análogo de la manzanita, Apple Music, convirtiéndose en un lanzamiento bastante disimulado. ¿Por qué?

Kanye Omari West nunca ha sido un artista exento de polémica, sin embargo, la cosa se le ha ido de las manos. Últimamente, el artista atlantés de 46 años se ha centrado demasiado en cultivar su imagen de genio loco y polemista, sin embargo, todo este marco creativo no ha ido acompañado por detrás de un auténtico trabajo sublime que le dé la razón.

Los inicios de este rapero se remontan ya muy atrás, a finales de los noventa, cuando era conocido como productor. A sueldo de la compañía Roc-A-Fella, un mítico sello de rap asentado en Chicago, Kanye participó desde muy joven en la producción de todo tipo de álbumes y trabajos largos, consiguiendo un reconocimiento descomunal en la industria gracias a su implicación en The Blueprint, uno de los trabajos más importantes de Jay-Z (actualmente, este disco ha superado de largo las 100 millones de copias vendidas).

Portada de 'Vultures 1'
Portada de 'Vultures 1'
Ye

Sin embargo, todo este éxito tuvo una contrapartida, y es que en la industria empezaron a verlo como productor, pero no como rapero: Kanye había creado una imagen tan atada a la creación de sonidos, a estar tras la mesa produciendo y haciendo de segundo espada, que ninguna discográfica terminaba de ver con buenos ojos que pegara el salto a rapear; hasta que todo cambió gracias a un accidente de coche.

En el año 2002, Kanye se salió de la carretera y se partió la mandíbula. Este incidente lo llevó a recibir un tratamiento posoperatorio con una especie de hierros en la boca que forzaban que permaneciera siempre semicerrada, algo que aprovechó para empezar a escribir algunos temas relatando su dolor para rapearlos con un tono diferente; en lugar de quedarse en la cama, West cantaba con la mandíbula casi cerrada, como si se estuviera susurrando para sí mismo, en una serie de canciones que le abrieron la puerta a hacer The College Dropout, su primer disco como rapero. De ahí, la historia es ya conocida: millones de copias vendidas, álbumes míticos en su haber como Yeezus y contratos estratosféricos con firmas como Adidas. Sin embargo, parte de esta historia se ha derrumbado.

Aunque el éxito de Vultures 1 ha sido implacable en EE UU – en el resto del mundo no se puede decir lo mismo –, su baja calidad musical, sus sonidos comunes ya refritos y los problemas que ha tenido con todo tipo de discográficas y distribuidoras han creado un producto sin demasiada coherencia, en muchos tramos aburrido, que vuelve a tratar de vendernos el discurso que el rapero lleva explotando hasta la saciedad en los últimos años: que es el Dios de la música. 

Todo ese discurso divino, de creerse por encima del bien y el mal, le ha llevado en los últimos años a protagonizar algunas de las polémicas más absurdas, baratas y cínicas del mundo; desde querer presentarse a las elecciones con un discurso ultraderechista, pasando por practicar sexo oral en público en uno de los canales más frecuentados de Venecia hasta, y quizá este sea uno de los episodios más turbios, acosar a su exmujer, Kim Kardashian, con técnicas realmente turbias.

Kanye West y Kim Kardashian
Kanye West y Kim Kardashian
L’ OFFICIEL HOMMES / VOGUE USA

Todo este refrito de polémicas – no nos olvidemos tampoco de sus mensajes antisemitas, de haber filtrado sus contratos discográficos, de haber humillado públicamente a Taylor Swift, de haber asegurado que George Floyd murió por una sobredosis de fentanilo – ha deformado tanto esta imagen de supuesto Dios que ya no es ese ídolo molón y travieso al que seguirle el rastro, sino una persona que necesita más una visita al pabellón de psiquiatría que una nominación a los Grammys.

Kanye West ha perdido la mayor parte de su público gris, ese que escuchaba su música sin llegar al fanatismo, y se ha quedado con los oyentes más radicales y disciplinados de su séquito; además, no solo ha perdido el apoyo de los grandes jefes de la industria musical, sino que también ha sido despreciado por la escena más independiente.

Para Vultures 1, Kanye no consiguió ninguna distribuidora – ya no hablamos ni siquiera de discográficas – que le colocara el álbum en las plataformas digitales, por lo que tiró de FUGA, una de carácter independiente, para tratar de distribuirlo.

El nueve de febrero, fecha de lanzamiento del álbum, sus fans se dieron cuenta de que el disco había sido subido tanto a Apple Music como a Spotify, sin embargo, las canciones iban desapareciendo poco a poco de las plataformas: la distribuidora las estaba bajando porque Kanye había subido el disco sin permiso.

Según contó FUGA en un comunicado replicado por Billboard, Kanye tuvo una reunión con el equipo directivo de la compañía para que se hicieran cargo del disco, sin embargo, esta lo rechazó por la mala prensa que en ese momento tenía el rapero; aun así, esto no fue un impedimento para él, pues aprovechó las claves de un sistema de distribución automático de la compañía para subir el álbum sin su permiso, provocando que FUGA tuviera que salir inmediatamente a desmentir cualquier involucración con el artista para bajar después el álbum (hace diez años, cualquier distribuidora hubiera matado por tener los derechos de un disco de Kanye West).

Sin distribuidora alguna, West volvió a subir las canciones por libre, sin ningún sello o paraguas discográfico, pero los problemas no acabaron: Ozzy Osbourne, histórico de Black Sabbath y autor de Iron Man, canción que el rapero sampleo para su tema Good (Don’t Die), reclamó a las plataformas digitales por no haber dado su permiso para ese uso de sus derechos de autor y, otra vez, la canción fue bajada de Internet – ahora mismo, no está disponible en ningún lugar –.

Más allá de las decenas de polémicas, Kanye West se ha convertido en un artista que solo consumen los muy cafeteros de su obra, pero que no atrae al gran público ni a sus seguidores más grises por haberse centrado demasiado en él mismo y muy poco en su trabajo.

Vultures 1, en el que el coautor, Ty Dollan $ing, sale completamente eclipsado, es un disco mediocre y sin el más mínimo arco narrativo; es un compendio de canciones en el que West muestra como rompedoras técnicas que lleva aplicando 20 años – nadie se sorprende ya con las distorsiones vocales – y que viene sin ningún propósito lírico: las letras son malísimas.

Ahora mismo, la carrera de Kanye West – o Ye, ya no se sabe cuál es su nombre – se encuentra en su punto más bajo, pues nadie habla ya de su música o su creatividad artística, sino de la próxima polémica estéril y ridícula que protagonizará. 

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